Rex Tillerson es el nuevo secretario de Estado designado por Donald Trump. Este ingeniero texano dejará la presidencia ejecutiva de ExxonMobil, la mayor empresa petrolera del mundo, para asumir la dirección de la diplomacia estadounidense.
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Mucho se ha comentado sobre la relación de Tillerson con el presidente ruso Vladimir Putin, del cual recibió la mayor condecoración concedida a un civil en 2013. Exxon y la empresa rusa Rosneft están embarcadas en proyectos para explotar petróleo en el ártico. Poco, sin embargo, se ha dicho sobre su visión del mundo.
Su óptica, claro, está condicionada por el petróleo. Sobre la mayor amenaza que pesa sobre el planeta que es el calentamiento global, Exxon, con Tillerson a la cabeza, ha librado una batalla de desgaste. No niega que aumenta la temperatura en el planeta con sus devastadoras consecuencias. Pero argumenta que no es posible afirmar que son las emisiones de CO2, provenientes de la quema de combustibles fósiles, las causantes del fenómeno.
Al respecto Tillerson declaró: “¿Qué quieren hacer si pensamos que el nivel de los mares aumentará en cuatro o seis pulgadas? ¿Cuáles son las áreas afectadas, qué quieren hacer para adaptarse a eso? Como seres humanos, como especie, es la razón por la que todavía todos estamos aquí. Hemos pasado toda nuestra existencia adaptándonos, ¿ok? De manera que nos adaptaremos a esto. Cambios climáticos que obligan a mover plantíos de una región a otra, nos adaptaremos a eso. Es un problema de ingeniería y habrá una solución de ingeniería”.
En términos criollos, ello equivale a decir mala suerte nomás. ¿Qué “solución de ingeniería” hay para cientos de millones de personas que ya son afectadas por sequías en algunos puntos e inundaciones en otros?
Exxon se ha dedicado a sembrar la duda sobre qué ocurre con el clima. En conjunto con el American Petroleum Institute (API) lanzaron una campaña destinada a paralizar los esfuerzos por controlar las nocivas emisiones. En 1998, un memorándum del API, que sacó a la luz The New York Times, llamaba a invertir millones de dólares para “maximizar el impacto científico con visiones consistentes con las nuestras… la victoria será alcanzada cuando el reconocimiento de la incertidumbre forme parte de la ‘sabiduría convencional’”.
El método para crear dudas y mantener neutrales a los indecisos fue el financiamiento de decenas de centros de estudio y grupos orientados a las políticas públicas. Entre 1998 y 2005, ExxonMobil aportó fondos a 43 organizaciones que proclamaban su escepticismo ante el carácter antropogénico del calentamiento global.
En opinión de Alden Meyer, uno de los directores de la Union of Concerned Scientists: “ExxonMobil ha fabricado la incertidumbre sobre las causas humanas del calentamiento global de la misma manera como las tabacaleras han negado que su producto causa cáncer al pulmón”.
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La trayectoria de Tillerson indica que si los hechos contradicen sus intereses lo que corresponde es alterar la percepción de los hechos. Un mal antecedente para un secretario de Estado.
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