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José Miguel Insulza: “Quisiera que la Nueva Mayoría fuera similar a la Concertación”

“Si vamos a seguir juntándonos sólo para las elecciones y discrepando entre medio, la gente no nos va a creer”, aseguró.

De nutrida carrera política como subsecretario, canciller, ministro del Interior y secretario general de la OEA, José Miguel Insulza ahora va por la presidencia. En conversación con Publimetro, Insulza se asume como continuista del actual gobierno, del cual valora sus reformas, aunque considera necesario profundizarlas.

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Principalmente en lo referido a educación, al creer que los cambios actuales fortalecieron “más la educación privada que la pública”. Además, el otrora hombre fuerte de la desaparecida Concertación considera que los desaciertos actuales en el oficialismo pasan por la falta de acuerdo que existe en torno a los grandes temas, razón por la que llama a fijar consensos a futuro si el objetivo es proyectar a la Nueva Mayoría: “Si vamos a seguir juntándonos sólo para las elecciones y discrepando entre medio, la gente no nos va a creer”, aseguró.  

¿Por qué José Miguel Insulza es la mejor alternativa para liderar el país en momentos de alta ilegitimidad de la clase política y sus instituciones?
-Efectivamente ha existido en los últimos años una serie de acciones negativas por parte de personas del mundo político, pero creo que la política chilena cuenta con gente sana e importante que ha hecho crecer el país en estos últimos 25 años, algo muy notable y causa de que exista tanta actividad social en la actualidad. Hemos promovido la democracia, el desarrollo económico, etc. Por lo tanto tenemos muchos valores que representar y yo creo representarlos. No tengo ninguna vergüenza en decir que me he dedicado a la política y creo haber hecho un buen papel en ella.

¿Cómo fue preparando la decisión de ser candidato?
-Estas no son decisiones personales, no es que yo me haya encerrado a examinar datos. Lo conversé con gente, trabajé con amigos y llegué a la conclusión de que existía un espacio abierto, dado que mucha gente no está manifestando aún preferencias presidenciales. Hay una cierta preocupación por la falta de confianza en el país, por los problemas sociales que existen y el bajo desarrollo económico. A partir de ello concluimos que podía ser una contribución.

De todas formas su nombre como presidenciable ha sido mencionado en varias ocasiones.
-Sobre todo se habló de mí cuando estuve en la Organización de Estados Americanos (OEA). En aquel momento la decisión se demoró mucho tiempo y yo no estaba en condiciones de aceptarla.

Durante su trayectoria política, ¿se había planteado como objetivo llegar a la presidencia?
-No. Incluso recuerdo que cuando me nombraron ministro de Relaciones Exteriores (1994), le dije a alguien de mi familia que ojalá me hubieran nombrado más viejo y así poder terminar mejor mi carrera.

¿Cómo se reencanta a la ciudadanía en momentos de dificultad?
-Con optimismo y más confianza. En la tan replicada reunión de Asexma, un alto ejecutivo de empresa tenía una cara de angustia y que todo andaba mal. Es decir, somos los propios chilenos quienes estamos dando la impresión de que todo anda mal. En las redes sociales ya no se leen comentarios positivos sobre prácticamente nada y en los diarios francamente es difícil leer un comentario positivo sobre algo. Entonces, mientras sigamos dándonos esta sensación negativa permanente creo que no vamos a avanzar. Es responsabilidad de todos reconstruir un ambiente de confianza y concordia, que por Dios lo necesitamos.

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¿Cuánto cree han influido en este ambiente los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría?
-Todo merece una autocrítica. Pero estos son los gobiernos que hicieron crecer la economía del país como nunca había crecido. El país está lleno de puertos, carreteras, Metro, cosas que no existían antes. La cantidad de personas que va a la escuela es mucho más que antes. Hay muchos más hospitales que antes. Ahora, pasa que esto todavía queda chico para lo que el país quiere y necesita y esos son desafíos nuevos. Primero uno reconoce lo que hizo y luego hace la autocrítica de lo que no hizo y pregunta cómo puede hacer para mejorarlo. Y probablemente, desde un punto económico, tengamos una cierta estructura productiva que ya no está cumpliendo una función.

¿Cómo se corrige aquello?
-Hay que diseñar una nueva forma productiva, aunque si tuviera que elegir un sólo tema sería ciencia y tecnología. Este es el país de la Ocde que gasta menos recursos en ellos y hoy estamos en el mundo de la innovación. Tenemos que dar un vuelco fundamental en la productividad basado en eso: mayor educación y mejor calificación de nuestra gente. No sólo diversificar de forma horizontal, sino también hacerlo en las cosas que hacemos con nuestros recursos naturales. Hoy podemos aumentar mucho el valor agregado en nuestra producción. Tenemos recursos naturales como nadie, somos el país número 32 en tamaño, algo que no deja de ser una cosa importante. Pero no aprovechamos todo nuestro territorio.

¿Cuáles cree han sido los principales errores de este gobierno?
-No me gusta criticar a mi gobierno, pero si tengo que elegir alguno, lo hago con dos. Primero, y en lo general, creo que hubo un mal diagnóstico inicial sobre el crecimiento de la economía. Se formularon planes de distribución muy ambiciosos, pero partiendo de la base que creceríamos entre el 4 y el 5%. Resulta que ni siquiera llegamos al 2. Ese mal pronóstico infló mucho las expectativas de algunos planes que no se pueden cumplir por falta de recursos. Y la segunda, en el plano educacional, creo que efectivamente se hizo una reforma muy compleja y completa, pero empezó por fortalecer más la educación privada que la pública. La verdad es que las escuelas públicas siguen esperando que se invierta en ellas lo necesario para darles la capacidad de formar a las próximas generaciones. Y como también se eliminó el copago, los muchachos se cambian cada vez más al sector privado y el gran propósito de fortalecer la educación pública no se está cumpliendo.

¿Pretende ser rupturista o continuista con respecto a las reformas de este gobierno?
-Continuaría adelante con las reformas, no se me ocurriría retroceder en ninguna de ellas, por el contrario, creo que hay que profundizarlas, pero al mismo tiempo hay algunas correcciones que hacer.

¿Cuáles cree son las áreas que requieren mayor atención en un próximo gobierno?
-La población chilena ha cambiado mucho y a pesar de que subsiste alrededor de un 10% de pobreza, lo principal es el surgimiento de los sectores medios vulnerables. Es decir, gente que tiene con qué vivir pero lo hace atenazada por la deuda, por el temor de perder el empleo, la delincuencia, la enfermedad, la jubilación por ser tan bajas. A esos temores apuntaría  como los principales temas sociales. Cómo reducimos la vulnerabilidad de la enorme mayoría de población del país.

¿Cuál es su diagnóstico sobre la Nueva Mayoría y cómo proyecta a este conglomerado?
-La Nueva Mayoría no ha llegado a ser más allá de la alianza electoral que fue originalmente. Y todavía le falta forjar una alianza estratégica que le permita gobernar a largo plazo. Eso está pendiente. Si vamos a seguir juntándonos sólo para las elecciones y discrepando entre medio, la gente no nos va a creer.

¿Y ve posible su proyección terminado este gobierno?
-Espero que se sí, que se fortalezca. Es una buena oportunidad para entender que hemos retrocedido, principalmente porque no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en los grandes temas, y así presentar a este país la opción de una gran alianza político social con todos los sectores, pero para eso nosotros tenemos que estar unidos primero.

¿Qué diferencia a la Nueva Mayoría de la Concertación?
-Eso mismo, la Concertación nació parecido a lo que te decía antes. Inicialmente se llamó Concertación de Partidos por el No, o sea, lo único que nos juntaba a DC, radicales, socialistas, comunistas, incluso gente de la derecha, era votar para que la dictadura se terminara. Pero después de ganar surgió la idea de seguir juntos para gobernar el país. Y eso significó programas, políticas, acuerdos, consensos, y por eso se llamó Concertación de Partidos por la Democracia. Fue la alianza estratégica que dirigió este país durante gran parte del período que siguió, que no fue una transición, ésta terminó con Aylwin, fue un proyecto nacional que se implantó durante varios años y que tuvo virtudes y defectos, pero que naturalmente agotó su vigencia. Yo quisiera que la Nueva Mayoría fuera algo similar en las nuevas circunstancias.

En torno a los casos de financiamiento ilegal, hay algunos actores políticos han dicho que era una práctica generalizada por la clase política. ¿Coincide?
-No creo que haya sido una práctica generalizada. Sin embargo, efectivamente durante muchos años, desde el nacimiento de este país incluso, la política fue financiada de maneras que no estaban establecidas en una ley. No había ningún financiamiento público y nada que reglamentara el financiamiento privado. Así vivimos durante muchos años y no vamos a renegar de eso. Tampoco que todos esos presidentes, diputados y senadores fueran ilegítimos, refundar los países no es una buena práctica. Lo que pasa es que en el mundo se ha progresado mucho sobre las exigencias que se realizan a los gobiernos y la política, y las reglas de transparencia que se requieren son distintas de las que se necesitaban antes. Enhorabuena en Chile nunca hubo demasiada corrupción y tampoco creo que lo haya hoy.

Ha expresado poseer condiciones para fortalecer la seguridad ciudadana. ¿Cuáles son sus propuestas al respecto?
-Aún no tengo un programa diseñado, pero le diría que hay temas centrales. Deberíamos estar más preparados y fortalecer nuestras capacidades en temas de narcotráfico. Queramos o no la droga sigue ingresando al país y no es solamente para consumirla acá. Desde ese punto de vista, el desarrollo de los servicios de inteligencia debe ser mucho más adecuado para detectarla. La buena relación con otros países también es fundamental, dado que la droga proviene desde otros lugares. Hay que ser mucho más estricto contra el contrabando de armas como con las “pérdidas” de quienes están capacitados para usarlas, así como el armamento hechizo. Tenemos que reducir considerablemente el número de armas. Creo que hay zonas de la ciudad que son muy vulnerables y es necesario aumentar considerablemente la prevención allí. Hay que darles a los ciudadanos de esas zonas la certeza de que siempre va a haber alguna policía que los va a defender y tratarán de reaccionar contra la delincuencia. No podemos dejar barrios de la ciudad al patrullaje sólo de los delincuentes ni que impongan su ley.
En materia de penas no soy partidario de aumentarlas, soy partidario de cumplir las penas que hay, que no es lo mismo. Gary Becker -académico y economista estadounidense- demostró hace mucho tiempo que la certeza del castigo era más importante que la magnitud. Me preocupa mucho la falta de persecución que existe al mayor delito del país que es el robo. Se investigan los homicidios, los actos de corrupción con mucha fuerza también, pero falta saber qué hace una persona a la que le roban sino tiene dónde ir. Mucha gente ni siquiera va a la comisaría. Probablemente serán archivadas o en alguna fiscalía se archivarán. El sistema de mejoramiento de gestión funciona contra los usuarios porque cerrar un caso significa que una investigación no avanzó por ninguna parte, por lo tanto, lo cierran y se gana un bono. Se cierran muchos más casos de los que se podrían investigar”.

¿Cómo enfrentaría el conflicto en la Araucanía?
-En los próximos días haré una propuesta, pero hay que partir por conversar con los que no están de acuerdo. Permanentemente ponemos mesas de negociación, conversando con aquellos sectores que nos entendemos siempre. Tenemos que buscar la forma de llegar a aquellos que tienen una actitud mucho más negativa, de discusión y debate. Tenemos que lograr rápido, ojalá incluso antes de la reforma constitucional de la cual soy partidario, un reconocimiento institucional de los pueblos indígenas: de su cultura, derechos ancestrales, etc. Crear un clima de más confianza en el cual sea posible dialogar con todos.

¿Cómo abordaría el conflicto con Bolivia?
-El problema con Bolivia hay que dividirlo entre el general y el actual. Hoy el Gobierno de Bolivia está dedicado totalmente a presionar a Chile, no solamente a través de los juicios de la Haya, el que creo va muy bien encaminado, sino fundamentales por denuncias diarias y cosas bastante provocadoras que hacen en el norte. Tienen una política bastante agresiva. Nosotros tenemos que contener y cuidarnos de eso. En ese marco, una vez que eso se tranquilice habrá condiciones para conversar con Bolivia. Nosotros no le vamos a ceder soberanía sobre ninguna parte de nuestro territorio. Ellos quieren que se lo cedamos, bueno, ese es el punto pendiente. Hay otros temas en que conversar como el libre tránsito, uso de agua, comercio de todo tipo, que pueden ser dialogados en un clima mejor. Pero en este momento no tenemos que allanarnos a los términos que se están imponiendo por la fuerza.

¿Cómo influiría desde la presidencia en la actual crisis venezolana?
-Según mi experiencia en la OEA, lo único que pueden hacer los organismos internacionales es promover el diálogo entre las partes. No podemos intervenir en favor de uno u otro. Hoy, sin embargo, creo hay algunos temas que se salen de eso. La situación de los Derechos Humanos en Venezuela se ha agravado mucho, hay gente que está en prisión de manera prolongada. Soy partidario de un diálogo que los países de Unasur u OEA lo puedan promover, y que se funde en una aceptación de la estabilidad del gobierno a cambio de la liberación de los presos políticos. El Gobierno de Chile, junto a otros, ha pedido que se incluya el revocatorio que pidió la oposición, es un mecanismo que existe y Chavez lo uso alguna vez, y no veo porque hoy día no se pueda utilizar.

Durante su rol como secretario hubo cuestionamientos a su gestión, incluso se filtraron una serie de correos electrónicos desde la Secretaría de Estado de EEUU, en que se criticaba su capacidad de gestión y diálogo. ¿Cómo califica su labor?
-Creo que fue todo lo contrario. Primero, esas fueron filtraciones que aparecen entre miles y miles de mails y ninguno era demasiado significativo ni me preocuparon. Lo que sí es cierto es que tuvimos algunas discusiones fuertes con personeros del gobierno norteamericano por temas concretos, por ejemplo, Cuba. Finalmente colaboramos, y la secretaria Hillary Clinton personalmente, en la forma que el problema fue resuelto, las sanciones se levantaron. Nosotros nos pusimos de acuerdo con el gobierno de EEUU en algunos criterios distintos a los antes practicados, que cuando fue secretario César Gaviria ya comenzaban, que es entender que ésta no es una organización que dependa de EEUU, es una organización americana en que el entendimiento entre este país y América del Sur es fundamental. La OEA no existe si nuestros países no le dan su beneplácito. Creo que pocas veces se habían sentido más cómodos que en los tiempos en que yo me encontraba allí. Sin ninguna pretensión creo que fue un periodo que ya ha sido bien evaluado y con el tiempo será mejor evaluado aún.

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