Por estos días, todos andamos bastante cansados. El final de un año de trabajo o estudios sumado al calor y al estrés de comprar los regalos para nuestros seres queridos, hacen que los últimos días de este 2016 se hagan interminables.
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Algo similar o peor debe sentirse en las oficinas de La Moneda, donde seguramente desean que el 2017 pase lo más pronto posible. El Gobierno ha perdido el apoyo incondicional de dos de sus hombres más leales, los senadores Carlos Montes (PS) y Jaime Quintana (PPD).
Montes renunció a la jefatura de la bancada socialista y a su participación en la Comisión de Hacienda del Senado, frustrado por su escasa influencia en el Ejecutivo. Quintana, el padre de la retroexcavadora, expresó su “sincera decepción con mi gobierno y un natural distanciamiento”, desencantado porque el Gobierno no siguió demoliendo «los cimientos anquilosados del modelo neoliberal».
No se equivocó la Presidenta cuando afirmó que «cada día puede ser peor». La declaración pública de Compagnon acusando de falta de imparcialidad a la Fiscalía y de usar su caso como vitrina para obtener publicidad a través de las filtraciones a la prensa fue un duro golpe para La Moneda pues vuelve a poner en la prensa el caso Caval.
En la centroderecha el panorama parece mejor. Los buenos resultados obtenidos por RN, la UDI, PRI y Evopoli en las elecciones municipales significaron una renovación de la confianza ciudadana en este sector. Asimismo, las críticas y propuestas que desde un tiempo a esta parte, ha formulado un grupo de jóvenes intelectuales de centroderecha, representan una señal de vitalidad política y una oportunidad para actualizar planteamientos y repensar nuestras ideas.
Mirando lo que fue este 2016, la peor noticia fue saber de las pérdidas de vida, sufrimiento y abandono de cientos de niños en el Sename. Un dolor que se convierte en indignación al saber que la pequeña Lissette Villa pudo haber sufrido torturas antes de fallecer y que, según informó la prensa, once funcionarios del Sename destituidos por brutales maltratos a niños siguen en funciones.
De lo mejor de 2016 fue haber superado la meta de la Teletón, especialmente cuando los problemas económicos, las desconfianzas y las divisiones parecían amenazar su éxito. Es bueno saber que aquello que nos une como país sigue siendo más fuerte que lo que nos separa.
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No puedo evitar preguntarme, si durante 38 años los chilenos no les hemos fallado a los niños de la Teletón, ¿por qué el Estado de Chile, que nos representa y financiamos con nuestros impuestos, les falló a los niños del Sename?
Termino esta columna deseando que estos días sean tiempo de esperanzas para todos y que traigan paz y alegría, especialmente a quienes más lo necesitan. Feliz Navidad a todos los lectores de Publimetro y a quienes trabajan en este importante diario.
¡Un gran abrazo!
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