Aunque las sorpresas son improbables, ésta será la reunión del Colegio Electoral más tensa que se recuerda, con un grupo alineado con la candidata demócrata Hillary Clinton presionando a los representantes de Trump para que den la espalda al republicano, ganador de las elecciones del 8 de noviembre.
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¿Qué es el colegio electoral?
El sistema electoral estadounidense no garantiza la presidencia al vencedor con la mayoría de votos a nivel nacional, si no que adjudica hasta un total de 538 compromisarios equivalentes al número de legisladores federales por cada estado, lo que confiere más peso a estados con mayor número de habitantes, con California y Texas a la cabeza.
El Colegio Electoral tiene sus orígenes en los albores de la democracia estadounidense y responde al intento de separar al Congreso de la voluntad del voto popular para elegir al presidente, aunque la solución intermedia fue la creación del proceso por el cual 538 representantes estatales certifican la victoria electoral.
¿Cómo vota?
La tradición es que los electores voten al candidato que ha ganado en su estado. La regla no está escrita ni en la Constitución ni en ninguna ley pero suele cumplirse porque el partido que gana la mayoría de votos en un estado escoge a los electores.
Además, en 1952, una sentencia del Tribunal Supremo permitió a los estados pedir a los electores el compromiso del voto al candidato elegido por la convención de su partido.
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Hay 29 estados que han aprobado leyes imponiendo multas y otras penas menores a los electores que se rebelen y voten a otros candidatos, pero, según expertos en el colegio electoral como el profesor de Harvard Alex Keyssar, si esas normas fueran denunciadas y llegaran hasta el Supremo probablemente serían declaradas inconstitucionales.
¿Se pueden rebelar los electores? «Los electores infieles»
Es muy infrecuente que los grandes electores no sigan los resultados de las urnas. Y, en los pocos casos registrados, ello no fue suficiente para modificar el nombre del futuro ocupante del Despacho Oval.
No existe una ley federal que impida cambiar el voto a los compromisarios, aunque 30 estados exigen por ley cumplir con el voto comprometido. En la historia de EE UU ha habido, según el recuento de la organización Fair Vote, 173 electores sin fe, el nombre que reciben los que no votan por el candidato de su partido. De estos, 71 cambiaron el voto porque su candidato falleció antes de la elección, y 83 lo hicieron por iniciativa propia. El último, un demócrata anónimo de Minnesota que votó al candidato a la vicepresidencia John Edwards en vez de al candidato a la presidencia, John Kerry.
¿Pueden quitarle la Presidencia a Trump?
Hasta la fecha solo uno de ellos, Chris Suprun, de Texas, ha dicho que no votará por Trump, mientras que un grupo de compromisarios de Clinton conocidos como los «Electores de Hamilton» (en honor Alexander Hamilton, quien ideó el sistema) ha prometido no votar por Clinton y apoyar a un republicano más moderado si un número suficiente de republicanos se les suma.
La estrategia tiene pocas opciones de prosperar. Las delegaciones de electores están compuestas generalmente por incondicionales de los candidatos, que en el caso republicano están unidos por su repulsa a una presidencia de Clinton y en la falta de consenso por una alternativa moderada republicana.
Además, un resultado probable de una rebelión es que nadie conseguiría el mínimo de 270 votos necesarios dejando en manos de un Congreso republicano la votación del presidente.
En toda la historia de la democracia estadounidense solo nueve electorales en distintas citas del Colegio Electoral han cambiado su voto o han votado en blanco y pese a las presiones es casi imposible una deserción en masa en el bando de Trump.
Un grupo de famosos de Hollywood realizó un vídeo esta semana para apoyar las demandas de los «Electores de Hamilton», quien dijo que el Colegio Electoral tenía como objetivo evitar que alguien sin las «cualificaciones requeridas» llegara a la Casa Blanca.
Personalidades como Martin Sheen, animan a los electores republicanos que no den se apoyo a un Trump «inestable», mientras que el jueves el jefe de campaña de Hillary Clinton, John Podesta, volvió a insistir que las agencias de inteligencia informen a los miembros del Colegio Electoral sobre la interferencia rusa en las elecciones.
>> La distorsión entre el voto popular y el voto electoral ha reabierto la discusión sobre un sistema que muchos consideran obsoleto y antidemocrático. Y ha puesto nervioso al presidente electo, que en 2012 dijo que el colegio electoral era “un desastre para la democracia” y que, desde su victoria, no ha dejado de reclamar erróneamente que su victoria había sido arrolladora.
PUB/IAM