Con una carrera que supera las cuatro décadas y más de 40 largometrajes para cine y televisión, a sus 75 años el británico Stephen Frears posee indiscutiblemente una consolidada y respetable trayectoria como realizador. Quizá no ha vuelto a dirigir cintas tan notables como «Susurros en tus oídos», «Relaciones peligrosas», «Ambiciones prohibidas» o una comedia tan adorable como «Alta fidelidad», o no ha alcanzado nuevamente la irreverencia y la aguda mirada social que supo desarrollar en títulos de los años 80 como «Ropa limpia, negocios sucios» y «Sammy y Rosie van a la cama», pero de todos modos se mantiene en forma, y de vez en cuando sorprende con un filme como «Negocios entrañables», o encanta a público y crítica con trabajos como la premiada «La reina» o la sencilla pero tremendamente eficaz «Philomena».
PUBLICIDAD
Este año Frears incursiona nuevamente en la comedia de época -que ha trabajado previamente en filmes como «Mrs. Henderson presenta» y «Chéri»-, basándose en un excéntrico y recordado personaje de la vida real: Florence Foster Jenkins, acaudalada socialité estadounidense que llamó la atención en el Nueva York de las primeras décadas del siglo pasado, en particular por sus intentos de destacar como soprano, a pesar de tener reducidas o casi nulas condiciones vocales, las que han sobrevivido hasta hoy gracias a grabaciones que aún son un hit, como lo demuestran millones de visitas en YouTube.
En una curiosa coincidencia, la misma historia ya fue abordada con menos de un año de diferencia en la película francesa «Marguerite», que se exhibió brevemente este año en la cartelera local, en una adaptación con otros nombres y ambientada en otra época y lugar, pero claramente inspirada en la figura de Foster Jenkins.
Aunque también ha dado vida a importantes personajes masculinos, Frears ha destacado especialmente como gran director de actrices, guiando a figuras tan renombradas como Vanessa Redgrave, Glenn Close, Michelle Pfeiffer, Anjelica Huston, Annette Bening, Judi Dench y Helen Mirren, entre otras.
Por lo mismo, no es de extrañar que en su primera colaboración con Meryl Streep el resultado funcione muy bien, y en el papel titular la estrella conforma un retrato entrañable y simpático, que supera la caricatura e incluso consigue conmover y darle un toque de tristeza por sus problemas de salud.
Pero también se lucen el divertido Simon Helberg como el pianista acompañante, y en particular Hugh Grant, en uno de los mejores roles de su carrera, y tal vez el personaje más interesante de la historia, como el marido y principal apoyo de la protagonista.
Más allá de esos logros actorales, y considerando los potenciales de una figura y una historia como ésta, Frears no llega demasiado lejos y se queda en la superficie, conformando una película agradable pero sin demasiada relevancia o profundidad; aunque eso no impide apreciar la eficiencia de la puesta en escena, la fluidez y sentido del ritmo, la excelente ambientación de época y la habilidad del veterano director para armar un producto convencional, pero de todos modos efectivo y disfrutable.
PUBLICIDAD
Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro