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Columna de Nicolás Copano: Guillier, el presidente en un país de panelistas

Hace algunos años, cuando llegaba el Festival de Viña, los que estábamos acostumbrados a tuitear cuando la comunidad chilena era pequeña siempre terminábamos expuestos a una serie de comportamientos que nos inquietaban. Algo pasaba cuando las hordas que nunca estaban en línea aparecían e insultaban lo que estaba por delante de un momento a otro. El contexto era uno de los programas más vistos del año en el que sentías realmente que estabas en un living con amigos comentando lo que pasaba.

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Desde hace algún tiempo, la sensación de febrero cruza el año. Lo cruza en las redes y los medios porque los chilenos aprendieron a dar su opinión. Bruscamente o de forma moderada, ahora las personas reclaman. Y hablan y opinan y buscan fuentes para obtener las herramientas básicas con tal de expresarse sobre todos los temas. Una de las cosas que principalmente desean y buscan es cierta seguridad social expresada en derechos. Los que siempre han estado cómodos, se sorprenden, porque nunca los escuchaban: mal que mal los diarios, las revistas, la tele y la radio trabajaban en esa moral. La de ser correctos para ciertas pocas personas con poder económico y la de adormilar al resto.

Hoy todos pueden elegir. No existe el cerco informativo. Cualquiera puede publicar y decir que eso no aparece en ningún lado y va a aparecer y debatirse en todos lados. Por lo demás, muchas necesidades básicas para muchos chilenos están cubiertas, siempre en el límite del endeudamiento con todas sus nefastas consecuencias, pero están. Entonces, el espacio a pensar quién eres, por qué eres como eres y por qué son como son los que te rodean, aparece.

En medio de eso, la exposición de conceptos y de creencias estalla. Y la tele, que está en todas partes (porque al final, los celulares también son tele hoy en día) provee de un nuevo sentido a las conversaciones. Son postales de análisis. Y lugares donde tú puedes ver a los que puedes increpar.

¿Por qué a la gente le gusta Guillier? Pensaba en “Tolerancia Cero”, hace algunos años. Y todas las discusiones de ese programa y al final, lo que ha ido pasando es que la fantasía colectiva del ciudadano diciendo en esos espacios lo que siente se ha cruzado sin retorno.

Guillier es el presidente de un país de panelistas.

Me tocó hace algunos años conducir un programa de panel. Un programa de panel es distinto al de entrevistas. El de entrevistas funciona cuando exploras las ideas, el panel, cuando el texto es espectacular y da pase a otro. Como un zapping. En el backstage les decía siempre a los panelistas: “esto es el campeonato nacional de Twitter, en 140 caracteres todos quedan de inteligentes”.

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El problema es cuando se profundiza, ahí empiezas a ver los errores y las faltas.
Quizá ése es el paso que viene. Dejar tanta frase hecha previamente por likes y empezar a mirar en profundo lo que pasa proponiendo soluciones.

Pero para eso, hay que ver al otro. Y no usarlo de puching ball en el país panelista.

Las opiniones expresadas aquí no son responsabilidad de Publimetro

 

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