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Columna de Magdalena Piñera: Patines para todos

¿Ha escuchado hablar de la “sociedad del conocimiento”? Se trata de un concepto elaborado por Peter Drucker, quién lo definió así: “El activo más valioso de una compañía del siglo XX era su equipo de producción. El activo más valioso de una institución del siglo XXI (sea o no de negocios) serán sus trabajadores del conocimiento y su productividad”.

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Es decir, la sociedad del conocimiento se fundamenta en el cultivo del saber y en el aprendizaje y desarrollo de nuevas destrezas, habilidades y competencias por parte de las personas. El vínculo que existe entre la educación y el desarrollo de las personas fue muy bien descrito por Nelson Mandela cuando dijo: “La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación como la hija de un campesino puede convertirse en doctora, el hijo de un minero puede convertirse en el jefe de la mina, o el hijo de trabajadores agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación”.

Y esta es una convicción que también comparten las familias chilenas que diariamente se esfuerzan por entregarles a sus hijos la mejor educación que pueden porque, tal como lo expresaba Mandela, creen firmemente en que la educación y el esfuerzo de las personas son poderosas herramientas capaces de superar condiciones tan adversas como provenir de un hogar con pocos medios económicos. Porque la buena educación reconoce méritos y da oportunidades a quien se esfuerza sin importar su origen.

Que la hija del campesino puede convertirse en doctora o que el hijo de los trabajadores agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación no es una fantasía sino una realidad, como lo demuestran los casos de miles de chilenas y chilenos que ayer y hoy han surgido y destacado gracias a la educación. Por eso es tan grave que la educación escolar municipal siga deteriorándose y que liceos emblemáticos como el Instituto Nacional y el Carmela Carvajal dejen de ser establecimientos de excelencia.

Entre los años 2014 y 2016, el Instituto Nacional cayó 87 lugares en el ranking de los mejores colegios de Chile, perdiendo 22 puntos en el promedio PSU. Otro tanto ocurre con el Liceo Carmela Carvajal que cayó en 80 puestos y perdió también 22 puntos en el promedio PSU. El resultado de los paros, tomas y marchas aplaudidas por la izquierda radical tuvieron un alto costo: ambos liceos salieron este año del ranking de los 100 mejores colegios del país, dejando de ser una oportunidad de buena educación para los hijos de miles de familias vulnerables y de clase media.

Por eso se equivoca la subsecretaria Quiroga cuando afirma que la educación pública disminuyó su calidad porque perdió matrículas. Todo lo contrario, las matrículas en los colegios municipales cae porque la calidad de la enseñanza no mejora y no se aplican las normas de disciplina. También se equivoca al señalar que la desigualdad se origina en la selección de alumnos, la verdadera desigualdad está en las diferencias de calidad en la educación que reciben los alumnos de colegios privados, subvencionados y municipales.

Ahora más que nunca se necesita una verdadera reforma educacional que mejore la calidad de la educación municipal y de los colegios particulares subvencionados sin quitarle los patines a nadie.

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