Tras los resultados de la Prueba de Selección Universitaria, miles de jóvenes se vieron frente a la decisión de qué carrera técnica o profesional escoger. Sobre esta decisión hoy pesan estereotipos de género que nos tienen entrampados en una profunda situación de desigualdad, que se expresa en brechas, inequidades y barreras que afectan las trayectorias educativas, laborales y la valoración de sí mismas de cada persona.
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El desigual resultado de la PSU para hombres y mujeres es sólo la punta del iceberg de una formación que parte en la educación inicial y que es poco visible en los procesos, pero elocuente en los resultados.
Los factores que influyen son diversos, siendo uno fundamental: la desigual valoración de las características, roles, habilidades y aptitudes que nuestra sociedad, a través de sus diversas instituciones (familia, escuela, medios de comunicación, etc.) continúa fomentando en el desarrollo de niños, niñas y jóvenes.
Como Ministerio de Educación tenemos la convicción de que es posible educar con igualdad a fin de construir una sociedad más igualitaria e inclusiva, en que la institucionalidad, las comunidades educativas y sus integrantes reconozcan y otorguen igual valor a las capacidades y habilidades de niños, niñas, jóvenes y personas adultas, independiente de su sexo e identidad de género.
Es importante considerar que las carreras tradicionalmente escogidas por varones (ingenierías, Derecho, informática) tienen un ingreso promedio de 900 mil pesos, mientras que en las carreras escogidas tradicionalmente por mujeres (Enfermería, Educación Parvularia, Pedagogía) el ingreso promedio es sólo de 400 mil pesos. Esto es lo que denominamos segmentación laboral.
Dicho proceso se inicia tempranamente, con las expectativas que alberga la sociedad para hombres y mujeres desde el momento en que nacemos y que están predeterminadas en función de este ordenamiento.
Avanzar hacia una sociedad libre de estas discriminaciones y diferencias es también una tarea de todas y todos. La Reforma Educacional que está marcha se hace cargo de este desafío, porque estamos convencidos y convencidas de que es imposible avanzar hacia una educación pública de calidad si no existe igualdad en el trato, en la enseñanza y en la entrega de herramientas y oportunidades para el desarrollo integral de nuestros estudiantes.
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