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Historias del transporte público: “Me metí en un lío amoroso”

Un conductor, que presta servicios de transporte a través de una aplicación, llevaba a una mujer a su destino. Luego de dejarla en su domicilio, un automóvil comenzó a seguirlo durante varias cuadras. Al parecer, este chofer se había involucrado en un lío amoroso.

Andrés, tiene casi treinta años. Es ingeniero en computación, pero nunca logró encontrar trabajo en su área. “Hay demasiados”, según él. Esa fue la principal razón que lo impulsó a convertirse en chofer a través de una aplicación de celular. Según Andrés trabajando en transporte gana más que lo que le estaban ofreciendo en trabajos convencionales, ya que se había titulado hace poco. “El trabajo generalmente es tranquilo. La aplicación, en su versión para choferes, me avisa cuando hay un viaje disponible, me dice cuánto voy a ganar y lo tomo”, explica este joven chofer.

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La compra del auto

Este joven había juntado dinero para comprarse un auto en efectivo. “No quería endeudarme, sólo quería un auto usado para movilizarme. Pero un amigo me habló de este negocio y me tenté con un auto nuevo”, nos explica Andrés. Sin embargo, la deuda no duraría demasiado, ya que el nivel de ingresos que obtiene mensualmente le permitió juntar en un año el dinero para pagarlo. “Tengo guardada la plata para ir pagando mes a mes, ya que saqué el crédito a 36 cuotas y uno nunca sabe”, agregó.

Para brindar servicios de transporte a través de este sistema, se exige un auto con todo su papeleo al día, que tenga 4 puertas, que no tenga más de 10 años de antigüedad, que cuente con aire acondicionado y airbags, entre otras condiciones. “Me compré un auto pintoso y juvenil y para manejar  siempre trato de andar muy presentable. Yo creo que eso fue lo que me trajo problemas en uno de mis viajes”.

Marido celópata

Un día, la aplicación le indicó a Andrés que debía recoger a una pasajera en la comuna de Ñuñoa. Como le quedaba cerca de su ruta, se desvió y aceptó el viaje. No se ubicaba bien, por lo que llamó al número de contacto de la pasajera para pedir indicaciones. Para relatar esta historia, la llamaremos Carla. Carla respondió y le dio todas las indicaciones que Andrés necesitaba para llegar, despidiéndose con un “gracias, te espero”. Hasta ahí todo iba bien. Andrés pasó por ella a una casa y luego Carla le pidió que la trasladara a una dirección en Providencia, un edificio de departamentos.

La carrera fue como cualquier otra: una conversación amena con la pasajera, preguntas sobre cómo funciona el sistema de transporte y cuanto se gana, pagar y listo. “Después de dejarla en el lugar regresé a Ñuñoa, pero me percaté que un auto me seguía. Fue curioso, al comienzo pensé que era locura mía porque nunca me había pasado algo así. Son cosas que uno sólo se imagina en las películas”, relata Andrés.

“Me compré un auto pintoso y juvenil y para manejar siempre trato de andar muy presentable. Yo creo que eso fue lo que me trajo problemas en uno de mis viajes”

En la medida que el avanzaba, se percató que el seguimiento era más evidente. «Le puse seguros a las puertas y aceleré la marcha. Pensaba que en cualquier semáforo me iban a abordar y asaltar», cuenta Andrés. En una calle pequeña, el auto que lo seguía aceleró, se puso enfrente de él y un hombre bajó gritando. «Bájate del auto» dijo el hombre, sumado a varios garabatos y pateando la puerta. Al percatarse que era sólo una persona, Andrés enojado bajó de su auto a enfrentarlo y preguntarle qué sucedía.

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La pelea

El hombre estaba con una actitud agresiva y lo insultaba. Andrés no entendía que pasaba, hasta el tipo lo empujó y le dijo «ya sé que eres el amante de mi señora, te vi cuando la pasaste a dejar a la casa». Tratando de calmarlo Andrés comenzó a gritarle que era chofer a través de una aplicación, mientras tomaba el celular y llamaba a Carla. «¡Más encima tienes el número!», gritaba el hombre sumando más insultos. Andrés comenzó a explicarle a Carla la situación con el altavoz puesto.

Cuando el marido de Carla escuchó la conversación y las explicaciones se dio cuenta de su error. Gritó otro par de groserías dirigidas a su mujer al teléfono y se acercó a Andrés. Con una palmada en la espalda y un insulto en tono amigable, le dijo «disculpa» y cabizbajo se subió al auto.

Volver al negocio del transporte

«Primera vez que me veo envuelto en un lío amoroso, y casi muero de miedo», relata Andrés. «Estaba super asustado y el hombre estaba como loco. Después de eso, estuve como dos semanas sin aceptar carreras de mujeres, no quería más atados», agregó. Al poco tiempo, Andrés regresó al trabajo de chofer. «Las lucas son buenas, no por un marido celópata iba a dejar esto botado», concluyó. Andrés no hizo una demanda contra el marido, ya que la patada que le dio a su vehículo no dejó daños. «No quería más problemas, igual me dio pena el pobre hombre», señaló el chofer. Ya han pasado varios meses desde que esta historia ocurrió y según Andrés, es su anécdota más extraña desde que empezó este trabajo.

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