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Chilena en las Farc: “Se puede pensar en una dirección hacia la cura”

Valeska López recuerda su paso por los campamentos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) a poco más de una semana desde que más de 4.000 guerrilleros se dirigieran hacia las zonas veredales, lugares de residencia de alto al fuego, para hacer efectivo el desarme de la guerrilla

La sicóloga de 34 años Valeska López recuerda que su llegada a la selva se debió a sus actividades como militante de las Juventudes Comunistas. En 2006, integró el Comité de Solidaridad con Colombia, cuyo objetivo “era sensibilizar a la gente común y corriente respecto al conflicto colombiano, porque lo importante era visibilizar el conflicto, que tenía causas sociales, que no era una guerra como Uribe lo pintó durante sus dos períodos de gobierno”.

En la misma fecha, Valeska también comenzó a participar de la Coordinadora Continental Bolivariana, organización que realizó un congreso en Quito, Ecuador, instancia donde se abrió la oportunidad para que jóvenes de Chile pudieran visitar un campamento en la selva del país cafetero.

En el campamento de internacionalistas no había enfrentamientos, aunque sus labores eran como las de cualquier otro guerrillero:  levantarse en la mañana, hacer guardia muy temprano, ordenar y limpiar el campamento, luego hacer turnos para cocinar, bañarse, había horas de estudios, un aula donde siempre a la misma hora se veían las noticias.

  1. Hay quienes consideran que con el Acuerdo se cedió justicia para conseguir la paz, ¿Es posible hablar de un “perdonazo”?

– No es tan así, si uno lee el texto completo del acuerdo y se fija en los seis puntos con los que se empezó a conversar, para el tema de la justicia se considera establecer tribunales que sean validados socialmente por el pueblo, por la guerrilla y por el Estado, son ellos quienes van a determinar qué hacer, y la guerrilla está dispuesta a pagar el precio. Es probable que haya guerrilleros que vayan presos. A mí me parece que son lo suficientemente valientes para asumir las consecuencias y sobre todo si el objetivo final se está cumpliendo.

  1. ¿Las víctimas del conflicto son una consecuencia de ello?

– En un conflicto armado siempre hay víctimas. La diferencia entre la guerrilla y el ejército colombiano, es que estos últimos causaron víctimas de manera premeditada y voluntaria, como son los falsos-positivos. El Ejército les pagaba a los soldados por guerrillero muerto, como una especie de “bono”, entonces eso provocó que los soldados embaucaran a campesinos, les ofrecían trabajo, se los llevaban, los mataban, los vestían de guerrilleros y cobraban. Hechos que están reconocidos por el gobierno colombiano.  A nivel de guerrilla también han existido víctimas, efectivamente cuando se ponen minas antipersonales, eso cobra vidas, pero fueron involuntarias. Aún así la guerrilla ha declarado que está dispuesta a reconocer esas víctimas y hacer lo que la justicia estime conveniente.

  1. Como sicóloga, ¿cuál crees que fue el impacto del fin de este proceso?

– En términos sicológicos creo que se vive distinto en cada uno de los participantes del conflicto. Cada colombiano lo va a vivir de una manera particular. El término del conflicto en la población no sé si marca tanto una diferencia diametral sobre lo que piensa la gente respecto a la guerra, porque han sido 50 años donde se ha instalado una forma de comprender el conflicto, y se ha instalado en la construcción de las subjetividades en Colombia.

Sin embargo, me parece que sí son importantes los avances que se puedan hacer en construir espacios donde los colombianos puedan hablar de lo que para ellos significó y que se les escuche sin temor. Si eso se logra, yo creo que se puede pensar en una dirección hacia la cura. La construcción de espacios en los que los colombianos puedan hablar de lo que ha implicado para ellos y como el Estado es capaz de escuchar esa palabra, para que esas voces puedan ir circulando, esa palabra tantos años silenciada con el terror, y de ese modo lentamente «desanudando» las experiencias traumáticas.

En ese sentido pensaba en una premisa del psicoanálisis lacaniano: «la palabra anuda y desanuda». Es decir que así como la palabra a instalado en el imaginario social de Colombia la violencia como resolución primera de los conflictos en general, es también la palabra la que puede desanudar ese imaginario y construir nuevas subjetividades. El trabajo será sin duda largo y difícil.

  1. Siguiendo la misma lógica, ¿qué análisis haces de que haya ganado el No en el plebiscito de octubre pasado?

– Fue impactante el resultado del plebiscito, yo creo que habla de cómo durante años se fue instalando la guerra como una única solución posible para terminar cualquier tipo de conflicto.  Más allá de las consecuencias que tenía para la misma población, los colombianos tienen instaurado que la solución a los conflictos es la violencia. Lo relevante de ello, es que esto también se ha instaurado a un nivel cotidiano.

  1. El gobierno de Santos da la posibilidad de llegar a un fin del conflicto, lo que no se dio durante el mandato de Uribe. ¿A qué crees que se debe esta disposición?

– Uno de los puntos del programa de gobierno de Santos en las elecciones era terminar con el conflicto armado y lo cumplió, creo que tiene la capacidad política de analizar que ya no había manera de terminar con el conflicto armado, la guerra no era la salida. Además que a Colombia le cuesta muy caro, más del 6% del PIB es destinado a la guerra. Yo creo que es valorable lo que ha hecho Santos, pero hay que estar siempre alerta. Sin duda este es el proceso de paz donde más lejos se ha llegado, pero aún no ha terminado.

  1. ¿Consideras que las guerrillas en Latinoamérica están desvirtuadas, sobre todo por la relación con el narcotráfico?

– Dentro de las Farc el consumo de drogas está prohibido. Hay muchas imágenes de campamentos que aparecen con laboratorios de narcotráfico y la verdad es que la guerrilla no produce droga, sino que si en los territorios que controlaban había un campesino que plantaba hoja de coca o había un latifundista que podía plantar hojas de marihuana, se les cobraba. El objetivo de la guerrilla no era combatir el narcotráfico, aunque tampoco producirlo. Además,  tampoco es que la guerrilla estuviera aislada en una montaña, en ese sentido, se han mantenido al tanto de los funcionamientos políticos, de las estructuras políticas, porque ellos son también una estructura política que está preparada para dejar lo militar.

  1. ¿Ves a los guerrilleros de las Farc dentro de un modelo democrático?

– Sí, lo tienen pensado y escrito desde que se fundaron.

La posible extradición

Valeska cuenta que ya era estudiante de cuarto año de Sicología de la Universidad Arcis, cuyos profesores y compañeros le habrían brindado total apoyo. Sin embargo, con 24 años, la ex militante tuvo que dejar su casa, por recomendaciones de las Juventudes Comunistas por miedo a que fuera detenida debido a su estadía en el campamento, luego que a su compañero del Partido Comunista, Manuel Olate, lo detuvieran debido a la filtración de correos que supuestamente vinculaban a las Farc con el Partido Comunista.

En 2011 fue rechazada por el juez de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, la extradición solicitada por el estado colombiano, luego que el magistrado determinara que la Fiscalía colombiana no logró acreditar antecedentes para vincular a Olate con la guerrilla, de la que era sindicado como “financista”.

Olate y López fueron los chilenos que aparecieron en 2008 en unas fotografías con “Raúl Reyes“, entonces “número dos” de las Farc, cuatro días antes de que éste muriera en una operación del Ejército colombiano en territorio ecuatoriano, el 1 de marzo de ese año.

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