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La gran esperanza de las familias que lo perdieron todo en los megaincendios

Tras los incendios forestales que arrasaron con la VI, VII y VIII regiones, partió el lento pero esperanzador proceso de reconstrucción de viviendas y de sueños. Los damnificados no pierden la esperanza y luchan día a día por retomar sus vidas.

Esta semana Publimetro, en alianza con Hogar de Cristo, en el marco de la campaña #JuntosporChile, les presenta esta semana tres nuevas historias de la reconstrucción, protagonizada por vecinos que resultaron damnificados por los incendios forestales que arrasaron con las localidades de Santa Olga, Cólico Alto y Cañete.

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Roberto Inostroza: «Tengo fe de que podré tener un espacio»

Sector Colico Alto (Santa Juana), Región del Biobío.

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Colico Alto es una pequeña localidad al sur de la comuna de Santa Juana, ubicada en el camino a Nacimiento, muy cerca del límite de la ribera sur del Biobío. En este sector tenía su vivienda Guillermo Inostroza Sánchez, de 77 años.

Su historia es muy conocida en la región. El día del incendio, el agricultor se encontraba en los cerros aledaños a su casa, buscando sus animales, cuando sus vecinos le avisaron que el fuego avanzaba por la ladera norte de los cerros. «Los fuertes vientos hicieron avanzar rápidamente las llamas y mi padre, Guillermo, casi no tuvo tiempo de reaccionar» cuenta su hijo Roberto, quien se encarga en la actualidad de limpiar el terreno y levantar una mediagua para su padre.

Guillermo Inostroza se mantiene hace semanas en un delicado estado producto de las quemaduras provocadas por el incendio. Una de las grandes pérdidas de la familia fue «Bronco”, el perro regalón de Don Guillermo, el cual le salvó la vida agarrándolo del pantalón y sacándolo de la casa en medio del fuego. Sin embargo, el can en su acción perdió la vida salvando a su amo, transformándose en una de las historias emblemáticas de los incendios en la región.

Roberto cuenta que su padre quería rescatar sus recuerdos, especialmente las fotos de su esposa, quien falleció por complicaciones derivadas de una diabetes mal tratada hace tres años. “Mi padre aún no supera su partida”, señala Roberto. Él cuenta que todos los veranos se tomaba fotos con sus nietos, a los cuales los vestía con una chupalla y un poncho que a su vez perteneció al padre de don Guillermo.

Cuando comenzaron los primeros incendios en la región, don Guillermo se encontraba en Lota. Fue tanta su preocupación, que comenzó a caminar de regreso a su hogar, haciendo dedo a los camiones que frecuentan la ruta entre Santa Juana y Nacimiento, y luego de varias horas logró regresar. “A mi padre le costaba estar lejos de su campo. Rara vez estaba más de dos o tres días lejos de sus animales”.

Pese al delicado estado de salud de su padre, Roberto indica que han recibido el apoyo de la Municipalidad, de la Onemi que le entregó una mediagua y ya fueron visitados por un equipo del Hogar de Cristo, y recibirán el kit de vivienda.

«Tengo fe de que podré tener un espacio para cuidar a mi padre lo mejor posible cuando regrese del hospital”, dice

 

Ariel Rodríguez: «Era como una lluvia de fuego»

Villa Santa Olga, Región del Maule

Días antes de que llegara el incendio a Santa Olga, Ariel se encontraba en Empedrados ayudando a primos y amigos a escapar de las llamas. Sabía que el fuego se acercaba a su casa, pero nunca creyó que llegaría con tanta agresividad.

A medida que el incendio se iba acercando, le dijo a su mujer que se fuera con sus dos hijos de (12 años y 3 años) a Constitución, mientras él junto a un amigo se quedaban cuidando su hogar.

“Pero de un minuto a otro se prendieron las casas. Esto fue como a las seis de la tarde. El galpón con animales que tenía, se empezó a quemar. Le tirábamos agua, pero no fue suficiente. Saltaban chispas de todas partes, era como una lluvia de fuego», recordó Ariel.

Pese a que se quedó hasta tarde combatiendo el fuego, no pudo hacer más. «Nos fuimos a la carretera donde nos encontró un chico con una moto, que nos dijo que no podía sacarnos a todos, pero le dije que nos sacaba a los dos o a ninguno. Pero él finalmente vino por los dos,  el fue quien nos sacó. Nos quemamos un poco los brazos con las chispas, pero nada grave”, recordó.

El colegio de sus hijos también se quemó. “Solo quedó una parte de la comisaría de Carabineros en Santa Olga”, dijo.

Actualmente Ariel tiene dolores en su espalda por el trabajo pesado que ha debido hacer, se encuentra arrendando una casa en Constitución, no ha recibido subsidio de arriendo ni casa. Está en lista de espera del kit de Hogar de Cristo.

Víctor Torres y Gloria Riesco: «De a poco vamos a salir adelante»

Cañete, Constitución, Región del Maule.

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Árboles y cerros rodean la casa de la familia Torres Riesco en Cañete. Hace pocos años que viven ahí, desde que decidieron dejar Talca Ahí construyeron su casa, con esfuerzo y trabajo. Pero el incendio destruyó todo, menos su energía positiva.

Víctor Torres, el dueño de casa, cuenta que estaba en la casa el día que comenzó el fuego. “Mi primo me gritaba que saliera, pero yo quería mojar la casa. Miraba hacia el cerro y veía que el fuego venía muy lejos. Pero todo fue muy rápido. De pronto el fuego saltó hacia el otro lado, hacia los otros cerros, y finalmente quedamos rodeados”. Su pareja, Gloria Riesco, añade: “Calculo que todo pasó en una hora. El fuego estaba en todas partes, era imposible salir. Estaba todo rojo, como en tinieblas”.

Creyeron que sus vidas terminaban ahí. Escaparon a una pequeña colina, se cubrieron sus caras con toallas mojadas y ahí esperaron el desenlace. Fueron una de las pocas familias que no evacuaron, pero tal como reconoce Víctor “fue una mala decisión. No quiero volver a repetir esta experiencia. Como lección, apenas uno ve fuego hay que escapar”, dice.

Pero a pesar de la pesadilla que vivieron, hoy están con la mejor energía para recomenzar. “De aquí en adelante todo para arriba. Lloramos todo lo que teníamos que llorar. De pronto te bajoneas, porque te levantas, ves esto y te pones triste. Pero estamos levantándonos”, relata Gloria.

Victor añade, “al principio lo material pasa a estar en segundo plano, pero después viene la nostalgia de ver que las cosas que te han costado, como tu cama y tu refrigerador ya no están y de repente te preguntas cómo voy a volver a equipar una casa. Por eso la ayuda que ha llegado del Hogar de Cristo se agradece. Ahora estamos armando el techo, pero después hay que equiparla… nos queda mucho camino aún pero de a poco vamos a salir adelante”.

Precisamente, el fin de semana pasado la familia Torres Riesco recibió una vivienda de emergencia de la mano de Colbún y Techo Chile. Durante cuatro días, una cuadrilla de jóvenes voluntarios de ambas instituciones les construyeron su casa, la que fue equipada con el kit de Hogar de Cristo.

“Hoy me siento muy acompañado, los chiquillos de Colbún y Techo me han tirado para arriba. Y estoy agradecido de toda la gente nos ha venido a ayudar, algunos desde muy lejos como Calama. Han llegado personas con camionetas llenas, así que además el premio se lo doy a la gente común, como uno, que con mucho esfuerzo nos viene a ayudar. Ahí uno se da cuenta que somos solidarios, en momentos trágicos como este”.

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