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La maternidad para las guerrilleras de las Farc: un nuevo horizonte

En la guerrilla tener hijos no era una opción, incluso en la selva se practicaban abortos sin anestesia y de embarazos de hasta ocho meses.

Un grupo de 148 hijos de guerrilleras de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) 68 de ellos ya nacidos y 80 en gestación, constituyen la primera generación de los «niños de la paz» y suponen un cambio radical en el proyecto de vida de estas mujeres antes privadas del derecho a la maternidad.

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En la guerrilla más antigua y numerosa de América, con casi 7.000 integrantes ahora concentrados en 26 puntos del país para dejar las armas, era un riesgo pensar en la maternidad, pero esa realidad empezó a cambiar con la firma del acuerdo de paz.

La organización Women’s Link Worldwide pidió en febrero de 2016 a la justicia colombiana juzgar a miembros de una de las estructuras de las Farc por cometer un «crimen de guerra» y una «grave violación a los derechos humanos» al haber causado, al menos, unos 150 abortos.

También el Gobierno español aprobó el pasado 27 de enero la extradición de Héctor Albeidis Arboleda, acusado de practicar unos 300 abortos forzados a guerrilleras, muchas de ellas menores de edad, y con embarazos de hasta ocho meses, en medio de la selva y sin anestesia.

EFE

La bienvenida de la maternidad

Sin embargo, desde que se declaró el cese al fuego bilateral y definitivo, el 29 de agosto de 2016, la cúpula de la guerrilla levantó la prohibición de las mujeres de quedar embarazadas, vigente desde 1992, y con ello se dio paso al «baby boom» de las Farc.

«Desde hace nueve meses los guerrilleros empezaron a plantearse la opción de tener una nueva vida, incluso de formar una familia, porque hasta ese momento su más importante proyecto era no morir en el combate diario», explicó en entrevista con el psicólogo e historiador colombiano, Juan Pablo Aranguren.

EFE

Para Aranguren, profesor de la Universidad de Los Andes de Colombia, el incremento de embarazos evidencia un «cambio de experiencia», toda vez que para muchas resultaba más interesante hacer parte del mundo bélico que de la sociedad civil por la falta de garantías que conllevaba en materia de salud, empleo, vivienda y educación.

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Y es que, aunque difícil de entender para el común de la gente, para muchos guerrilleros era mejor opción empuñar un arma que alguna de las pocas opciones laborales disponibles para las personas de bajos recursos económicos en el país.

En opinión del catedrático, estas combatientes «encontraron en las FARC la posibilidad de hacer parte de un colectivo, de tener respaldo frente a sus acciones y decisiones, y de sentirse cuidadas. Además, a diferencia de lo que ocurre en otros ámbitos, las mujeres llegaron a tener voz de mando en la guerrilla».

Un nuevo desafío

A cambio, entendieron que ser mujer en un grupo armado ilegal significaba renunciar, aplazar o sacrificar la maternidad. Ahora Colombia se enfrenta a otro conflicto, expertos consideran que será fundamental ofrecerle a las desmovilizadas, sus parejas e hijos garantías básicas para la reinserción. Al respecto, el defensor del Pueblo, Carlos Negret, pidió recientemente al Gobierno «garantizar la atención de estos embarazos».

Ante la llegada de estos bebés, el delegado del Gobierno en el Mecanismo de Monitoreo y Verificación del alto el fuego, contraalmirante Orlando Romero, aseveró que «se van a crear unas zonas de tránsito aledañas a los campamentos en donde residen los guerrilleros para que las embarazadas puedan ser valoradas y determinar qué debe hacerse con ellas para ayudarlas».

 

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