Economía

China boicotea economía surcoreana por despliegue de escudo antimisiles

Cosméticos, turismo y hasta la música K-Pop son prohibidos en el gigante asiatico.

Los cosméticos, el turismo y hasta el K-Pop. Cada vez más productos e industrias surcoreanas son el blanco de un duro boicot adoptado por China debido al despliegue de un polémico escudo antimisiles que está dañando lazos bilaterales y sacudiendo a la cuarta economía de Asia.

En julio pasado y tras años de reticencias, Seúl acordó con Washington instalar en su territorio el Sistema de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés), una herramienta militar para derribar misiles norcoreanos que amenacen con caer en su suelo.

Desde entonces no ha parado de aumentar el número de negocios o bienes con sello surcoreano que se han visto afectados por una aplicación puntillosa de las complejas normativas chinas o que simplemente han desaparecido de las estanterías o pantallas del país vecino.

Aunque no hay datos sobre la caída de sus ventas, los gigantes de la cosmética están entre los primeros afectados, ya que más de mil toneladas de productos de belleza han sido devueltos en los últimos meses desde China, país al que Corea del Sur exporta casi el 40 por ciento del maquillaje, cremas y demás tratamientos que produce.

Así, las dos principales empresas del sector, Amore Pacific y Kolmar, han perdido un 35 y un 50 % de su valor en bolsa desde julio.

Del mismo modo, 2016 se cerró sin que China permitiera proyectar un solo filme surcoreano en sus salas (en los últimos tiempos dejó estrenar entre tres y cuatro al año), con conciertos de grupos de K-Pop cancelados y sin que los integrantes de estas bandas, habituales en programas locales, volvieran a aparecer en televisión.

La situación no solo preocupa a las todopoderosas agencias de representación de artistas surcoreanas; también a los socios chinos que participan obligatoriamente en las «joint ventures» para distribuir contenidos audiovisuales, cuenta a Efe la portavoz de una multinacional del entretenimiento con sede en Seúl que pide anonimato.

El Gobierno chino ha dicho que se opone frontalmente al escudo antimisiles, que se empezó a instalar a principios de semana en territorio surcoreano, porque asegura que sus radares pueden servir para espiar también sus bases militares.

Muchos expertos consideran que el boicot responde realmente al valor simbólico del THAAD, que revitaliza el eje que Seúl tradicionalmente ha formado con Washington y Tokio y deja de lado a Pekín, con quien había tenido un gran acercamiento en el último lustro.

Mientras medita quejas ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y establece gabinetes de crisis, el boicot subraya insistentemente a Seúl la enorme dependencia para con su mayor socio, al que destina la cuarta parte de sus exportaciones, motor de su economía (que depende en un 50 % de los envíos al exterior).

Las últimas medidas chinas van más allá incluso del intercambio comercial directo después de que Pekín denegara permisos a aerolíneas surcoreanas para operar vuelos chárter y de que la semana pasada ordenara a agencias de viaje chinas que dejaran de vender viajes para visitar Corea del Sur.

El resultado ya es visible en las calles de la capital surcoreana, de donde se han esfumado los nutridos grupos de turistas chinos que componen el 40 por ciento de las visitantes procedentes del gigante asiático.

Mientras los hoteles hablan de cancelaciones en bloque y caídas en sus niveles de ocupación, los comercios de las zonas que viven de las compras chinas empiezan a resentirse, tal y como admiten los empleados de una zapatería deportiva del popular barrio turístico de Myeongdong.

Si los peores temores se hacen realidad, Corea del Sur perdería a a la mitad (unos 4 millones) de sus turistas chinos anuales con estas medidas, y su cuenta de servicios, que ya refleja niveles de déficit récord, dejaría de ingresar más de 9.600 millones de dólares en 2017.

«Es pronto para hablar de la caída de viajeros chinos en porcentajes, pero está claro que los grandes grupos que compran los paquetes que autoriza el Gobierno chino han desaparecido por completo», cuenta una funcionaria del servicio de información turística en la céntrica plaza Gwanghwamun de Seúl.

Justo detrás, los grandes almacenes Donghwa, que ofrecen compras de lujo libres de impuestos, acaban de adelantar esta semana su horario de cierre ante la visible falta de clientes chinos.

Las ventas «duty free» son también una importante fuente de ingresos para el grupo Lotte, convertido en la última víctima del boicot tras firmar la semana pasada el traspaso de unos terrenos que tenía en propiedad y que se usarán para alojar el THAAD.

Desde entonces más de la mitad de sus 99 grandes superficies en China han sido temporalmente cerradas por supuestas vulneraciones de normativas locales en lo que promete ser un capítulo más de una trama que de seguro irá para largo.

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