El proyecto de reforma sanitaria del presidente Donald Trump dejará el año que viene a 14 millones de estadounidenses sin seguro médico, según las previsiones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) publicadas este lunes y que pueden dividir aún más a la mayoría republicana en el Congreso.
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El número de personas sin cobertura ascendería a 52 millones en 2026, un 85% más que con el plan Obamacare, si la emblemática ley firmada por el exmandatario Barack Obama fuera eliminada, de acuerdo con el esperado informe de la CBO.
El plan recudiría en 337.000 millones de dólares el déficit federal en la próxima década, es decir 33.700 millones de dólares por año, mediante la rebaja de los subsidios públicos.
El déficit rondó los 590.000 millones de dólares en 2016.
Estos datos son mucho más elevados que los que preveían los congresistas republicanos moderados, que temen un retroceso brusco en el sector sanitario, teniendo en cuenta que desde 2010 la tasa de ciudadanos sin cobertura ha caído de 16% a 9%.
La oposición demócrata reclamó inmediatamente la retirada del plan.
«El informe del CBO muestra hasta qué punto las promesas del presidente son vacías, según ellas todo el mundo estará cubierto y los costes serán bajos», declaró el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
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«Trumpcare será una pesadilla para los estadounidenses», agregó.
Pero el arquitecto del plan defendió otra estimación que también aparece en la previsión del CBO: el descenso de las primas de seguro después de 2020, que antes iban en aumento.
«Cuando la gente puede escoger, los costes bajan», aseguró Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, la instancia que actualmente debate el texto. «Como siempre hemos dicho, habrá una transición estable».
El secretario de Salud, Tom Price, rechazó el informe, señalando que la estimación del CBO no contempla las fases de la reforma que prevé el gobierno. «El CBO sólo mira una parte del plan, no todo el plan», subrayó.
– «Baño de sangre» –
Los republicanos moderados no son los únicos que se oponen al proyecto de reforma. El ala derecha del partido considera que el plan es poco agresivo y amenaza con boicotear. Los demócratas están totalmente en contra.
Consciente de la difícil batalla que se encara, Trump ha multiplicado sus comparecencias para reiterar que la actual legislación es «un desastre».
«La prensa transmite una imagen muy positiva de Obamacare (…) pero la ley está implosionando y 2017 será aún peor», aseguró durante una mesa redonda, cuyo objetivo era demostrar que el coste de los seguros privados ha aumentado en los últimos años para la clase media.
Los líderes republicanos saben que si el proyecto fracasa, la consecuencias serán nefastas porque la derogación de Obamacare es su primera apuesta política con la que quieren simbolizar su vuelta al poder.
Los impulsores de la reforma defienden que el consumidor podrá escoger el producto que más le convenga en el futuro sistema y que la oferta será menos cara y se adaptará más a sus necesidades.
Trump presuntamente predijo la semana en privado que si no se aprueba, habrá «un baño de sangre» durante los comicios legislativos de mitad de mandato en noviembre de 2018.
El calendario político es muy ajustado. Después de que dos comisiones dieran el visto bueno la semana pasada, el proyecto será debatido por el Comité de Presupuesto y luego votado por la Cámara de Representantes.
Si pasa esta prueba, le tocará al Senado examinarlo, aunque ya se sabe que no suma los votos republicanos suficientes.
«Pido a mis amigos de la Cámara de Representantes a no cometer un suicidio político votando un texto que no es capaz de ser aprobado por el Senado», lanzó el domingo el senador republicano de Arkansas Tom Cotton.