El magnate Mauricio Hochschild tenía una historia oculta. Toneladas de documentos apilados durante décadas en una minera estatal boliviana han sacado a la luz que ayudó a huir a miles de judíos del nazismo. Ahora algunos lo consideran «el Schindler de Bolivia».
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Cartas y fotografías trazan la historia de Hochschild, uno de los empresarios de la minería más exitosos del siglo pasado, junto a Víctor Aramayo y Simón Patiño.
Los tres figuran en la historia oficial boliviana como grandes explotadores. Hochschild, un judío nacido en 1881 en Biblis, Alemania, migró a Bolivia a principios del siglo XX y falleció en París en 1965 sin saber que lo que hizo saldría a la luz pública cuatro décadas después.
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Edgar Ramírez, jefe de los archivos de la minera boliviana COMIBOL, muestra documentos desenterrados que revelan que el barón de estaño alemana-judío Mauricio Hochschild ayudó a miles de judíos a escapar del nazismo, en El Alto, Bolivia, el 19 de enero de 2017.
Los documentos fueron declarados «Memoria del Mundo» por la UNESCO en octubre de 2016, y Hochschild se llama ahora «Schindler de Bolivia». AFP
Edgar Ramírez, director del archivo de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), relata a la AFP que a principios de la década de 2000 empezaron a ordenar las montañas de papeles acumulados en los patios de la compañía, recuperando documentos «que estaban en completo abandono, a la intemperie».
La Comibol almacenó documentos contables, informes económicos, estudios mineros, junto con otros papeles de los potentados Patiño, Aramayo y Hochschild, a quienes el Estado boliviano les nacionalizó todas sus actividades en 1952 por considerar que sus prácticas de extracción del estaño empobrecían a Bolivia.
Entre esas informaciones se encontraba la desconocida historia de solidaridad de Hochschild con los perseguidos por el nacionalsocialismo.
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«Memoria del mundo»
Entre los documentos hay contratos de trabajo hechos a judíos por la minera de Hochschild, como el de Erico Nagel Thale, nacido en Leipzig en 1904 y que llegó a Bolivia a los 32 años, junto a su madre Ana de 74.
También una carta enviada por infantes judíos del Kindergarten Miraflores en La Paz al empresario para pedirle cooperación para construir nuevos ambientes «en vista de la cantidad de niños que están aquí y quieren venir». Y otra donde el gobierno francés incluso le insta a que se lleve a Bolivia a cerca de mil huérfanos judíos.
Además, hay documentos originales enviados por la embajada de Gran Bretaña a Hochschild así como «listas negras» de empresarios y colaboradores del eje Roma-Berlín-Tokio, con quienes él no debía establecer ningún negocio.
El hallazgo fue de conocimiento del Registro Regional del Programa Memoria del Mundo (MOWLAC en inglés) de la Unesco, que en octubre de 2016 lo validó como único y auténtico, explicó a la AFP Carola Campos, jefa del Servicio de Información de la minera estatal.
La declaratoria como «Memoria del Mundo» será entregada en el transcurso de este mes al Museo de la minera boliviana, que digitalizará toda la documentación y la pondrá a disposición por internet.
Historiadores en vez de agricultores
Tras avizorar la beligerancia antijudía de Adolf Hitler, a principios de la década de 1930 muchos judíos buscaron refugio por el mundo y algunos recalaron en Bolivia.
AFP
«En 1938 Hochschild calculaba haber traído entre 2.000 y 3.000 judíos, pero siete meses después, por 1939, él calculó que había traído como 9.000», dice a la AFP el periodista e historiador Robert Brockmann, quien trabaja en un libro sobre la historia del expresidente militar German Busch (1937-1939) y su relación con Hochschild.
Fue Busch, por gestión de su rico amigo minero, quien decretó en 1938 la apertura a la migración judía, con miras a conseguir agricultores y, aparentemente, sin saber que le llegaban historiadores, poetas o maestros.
Hochschild se propuso traer mano de obra con el fin de mejorar la productividad agrícola del país, y la red antifascista mundial lo habría localizado y convertido en su cooperante, cree Edgar Ramírez.
El magnate les pagaba el transporte, los trámites migratorios y la estadía a los recién llegados, que primero recalaban en una granja agrícola en la región cocalera de Yungas. Unos se insertaron luego en la sociedad boliviana y otros usaron el país como puente para seguir hacia Estados Unidos, Argentina, Brasil o Israel.
Por la década de 1940 la población de judíos se elevaba a unos 15.000, según estimaciones del presidente del Círculo Israelita Boliviano, Ricardo Udler. No sólo llegaron con la ayuda de Hochschild sino también por otras vías.
«Tenemos mucho agradecimiento a Bolivia que abrió sus puertas a los refugiados de la guerra o a quienes escaparon de la guerra», asegura a la AFP Monica Blankitny, hija de Jacobo Blankitny, un sobreviviente del campo de Auschwitz.
Ramírez y Udler creen que a Hochschild bien se le puede considerar el «Schindler de Bolivia», en referencia a Oskar Schindler, el empresario alemán que salvó a más de mil judíos e inspiró la película de Steven Spielberg en 1993.
AFP