Esta semana Publimetro, en alianza con Hogar de Cristo, en el marco de la campaña #JuntosporChile, les presenta tres nuevas historias de la reconstrucción, protagonizada por vecinos que resultaron damnificados por los incendios forestales que arrasaron con las localidades de Santa Olga y San Nicolás.
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“Se quemó todo, mi casa y mi panadería”
Jaime Muñoz Vive en Santa Olga, pero nació en Constitución y hace 17 años que se fue junto a su familia a trabajar a esa localidad. “Llegamos arrendando un local pequeñito para poner una panadería y año a año lo fuimos agrandando. Primero compramos un 20% de la propiedad, hasta que logré con los años adquirirla”.
Gracias a su trabajo en la panadería logró educar a sus 9 hijos. En ella trabajan Jaime, su señora y tres de sus 9 hijos. Era un negocio familiar.
“El día del incendio estábamos haciendo los preparativos para hacer el turno de la tarde en la panadería. A las dos y media les dije que no íbamos a poder trabajar, y me preguntaron por qué, y les respondí, porque viene mala la cosa, el fuego viene acá encima… venía a tres cuadras. Ahí mi hija menor se desesperó; yo atiné a sacar a mi familia y cerramos el negocio. Mi hijo, el maestro panadero, decidió quedarse a cuidar hasta última hora. Y él salió de Santa Olga a las once de la noche, porque ya no se podía estar más, Y media hora después se comenzó a incendiar todo”.
“Al día siguiente fuimos con mis hijos a ver mi casa y panadería, recuerdo que estaba humeando, todavía había fuego. Yo me sentía muy pequeño, incapacitado, no hallaba qué hacer, no atinaba a nada”.
“El hecho de haber recibido el kit para mi familia es muy importante, porque todo se perdió en el incendio. Nosotros perdimos nuestra fuente laboral, perdimos todas las maquinarias, todo lo que había dentro, quedamos prácticamente sin nada. Y el kit que nos regalaron fue súper importante. Por lo menos ahora tenemos algo donde sentarnos a tomar té. Ahora estamos tratando con todos mis hijos de levantar nuevamente la panadería, la idea es que de aquí a fin de año tengamos nuevamente nuestra fuente laboral”.
“Perdí la casa hecha por mis ocho hijos”
Blanca Ríos nació en Tirúa y llegó a vivir a Santa Olga hace 28 años junto a su mamá y a sus cuatro hijos mayores. Tuvo cuatro más, de los cuales sólo uno vive con ella en Santa Olga, en el mismo sitio.
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Su marido falleció hace cinco años. Hace tres, sus ocho hijos juntaron dinero y le construyen una casita nueva, de dos pisos, le compraron todo nuevo. Con el incendio, no se alcanzó a salvar nada.
El día del incendio estaba su hijo menor en la casa y no pudo rescatar nada. Blanca ese día se encontraba en Santiago por motivos médicos.
“Mi hijo menor me llamó para contarme lo del incendio. No pude viajar ese mismo día, porque me tuvieron que sedar. A los tres días y una vez repuesta del impacto viajé a Santa Olga. Fue espantoso, aún estoy en shock. Se quemó todo, mi huerto, mis árboles frutales, mis animales, todo. No quedó ni un palo parado”.
A su hijo menor (37 años), quien estuvo presente en el incendio, lo llevaron a Santiago (a la casa de una de sus hermanas). Está con depresión y con tratamiento sicológico. Se intentó suicidar.
“Voluntarios nos ayudaron a sacar los escombros, la municipalidad le dio a mi hijo menor una mediagua y junto a ella estamos construyendo una pieza chiquitita que habilitaremos como cocina. Esta mediagua ya la hice mi casita. La estoy arreglando para que quede bien bonita”.
“Somos firmes, nos paramos una y otra vez”
Fernando Moreno tiene 53 años, es soltero y vive con su madre de 80 años hace más de 24 años en Camino Cabrero, Parcela La Esperanza, Sector San Nicolás. Se encarga del cuidado de su madre que está con problemas de salud: hipertensión y diabetes.
Es agricultor, se dedicaba a plantar árboles frutales y con lo que cosechaba hacía mermeladas caseras para vender. “Todo lo que tenía plantado acá en el campo, yo lo hacía mermelada. Teníamos mora, mosqueta, arándanos, frutillas, duraznos ciruelas, damascos, castañas, peras, membrillos, tomates. Yo aprovechaba todos los recursos del campo. No perdía nada de frutas”
“El día del incendio yo estaba en el campo con mi mamá. Fue como a las dos y media de la tarde. Las llamas fueron acercándose, acercándose, y tuvimos que arrancar no más. La única casita que se quemó fue la nuestra. Al día siguiente, fui a verla con mi mamá y unos primos. Recuerdo que fue muy triste. Qué pena más grande ver todo quemado. No quedó ni un árbol vivo, nada. Lo perdimos todo. Nos quedamos con lo puesto y con algunas pilchas, que agarré de emergencia. Mi mamá estaba resignada, ella es esas personas antiguas, que se paran una y otra vez. Nosotros estábamos más choqueados que ella, recuerdo”.
“No hemos recibido ayuda de nadie, excepto del Hogar de Cristo, que nos entregó el kit básico. Lo coordinamos con un concejal de Florida, él hizo los contactos y llegaron rapidito. Sólo hemos usado la cocina y las frazadas, ya que mientras construimos nuestra casita, estamos viviendo donde un primo, ya que en el sector de nosotros, no tenemos agua. Mi mamá está feliz con el kit, ya que es la única ayudita que nos ha llegado”.