«Es un momento decisivo porque hemos tenido una reacción conservadora en los últimos años» en la región, dijo Correa al votar en el norte de Quito, en referencia al giro a la derecha que hicieron recientemente países como Argentina, Brasil y Perú.
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El resultado, tras una campaña marcada en su recta final por las alusiones a la crisis institucional en Venezuela, también será clave para el fundador de WikiLeaks, el australiano Julian Assange, a quien el gobierno de Correa mantiene asilado en su embajada en Londres desde 2012.
Los ecuatorianos votaban en calma desde las 7:00 de la mañana, hora de Ecuador -inédito desde la primera elección de Correa en 2006- para decidir entre el ex vicepresidente socialista Lenín Moreno, del movimiento oficialista Alianza País (AP), y el opositor conservador Guillermo Lasso, de Creando Oportunidades (Creo).
Por primera vez en 10 años sin Correa como candidato, a quien la oposición acusa de haber derrochado la mayor bonanza petrolera del país, AP se juega su permanencia en el poder con Moreno, un abanderado de las causas sociales que sufre una paraplejia por un disparo que recibió en un asalto en 1998.
Con un plan que privilegia la inversión social sin «paquetazos ni privatizaciones» y una «cirugía mayor» a la corrupción, Moreno se enfrenta a la propuesta de Lasso, modelo del hombre hecho a sí mismo y ex presidente del Banco de Guayaquil, que ofrece abrir el mercado, generar un millón de empleos y eliminar 14 impuestos.
«La división no es tanto por las derechas o por las izquierdas, sino en función de cambiar el modelo de los diez años, el modelo económico y político, o mantenerlo», explicó a la AFP el politólogo Santiago Basabe.
Cambio o continuismo
Golpeados por la difícil situación de la dolarizada economía, unos 12,8 millones de ecuatorianos votarán hasta las 17H00 (22H00 GMT) en un ambiente polarizado por las propuestas antagónicas. Los resultados oficiales se esperan a partir de las de 20H00 (01H00 GMT del lunes).
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Con un estilo más conciliador que el de Correa, Moreno cuenta con el arrastre de la figura del actual mandatario, con la capacidad de movilización de su partido y el voto de los sectores populares, beneficiarios de los programas sociales impulsados durante la bonanza petrolera.
«Espero que triunfe la sensatez de nuestro pueblo. Quiero que se consoliden los logros en esta década. Si llega a triunfar una opción distinta a la que ha ganado en estos 10 años creo que sería el derrumbe de este país», declaró a la AFP Fausto Dután, de 63 años, al votar en un colegio del norte de Quito.
Lasso, a quien el gobierno señala como uno de los responsables de la crisis bancaria que estalló en 1999 y obligó a emigrar a tres millones de ecuatorianos, cuenta con la bendición de las clases altas, con el descontento de las clases medias (antes en buena parte correístas) y tiene el apoyo explícito de los líderes de los otros partidos opositores, aunque en Ecuador el voto no es fácilmente endosable.
«Quiero un cambio y que acabe la corrupción definitivamente», declaró a la AFP en otro colegio electoral de la capital Elena Pabón, una jubilada de 67 años, en referencia a escándalos como el de la petrolera estatal Petroecuador -que implicó a un exministro de Correa- y el de los supuestos sobornos millonarios de la firma brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos.
Consejo Electoral acordonado
En estos comicios considerados los más reñidos de la historia reciente del país petrolero, las encuestas ubican primero a Moreno con márgenes que van de 4 a 14 puntos, si bien analistas indican que en las últimas proyecciones privadas Lasso ganaba terreno y que el resultado podría ser muy cerrado.
Para evitar desmanes, la sede principal del Consejo Nacional Electoral en el norte de Quito, donde en la primera vuelta simpatizantes de Lasso protestaron para exigir transparencia y rapidez en el conteo de votos, lleva varios días cercada con vallas y con resguardo policial y militar.
En el acto inaugural del domingo en el CNE, Correa llamó a los políticos a «ser humildes en la victoria y dignos en la derrota» y a «rechazar cualquier acto de violencia o intimidación que pongan en riesgo la estabilidad política y la paz social».
En el primer turno, donde también se celebraron elecciones legislativas, el oficialismo aseguró la mayoría absoluta con 74 curules en un total de 137, cuando actualmente ostenta dos tercios. Una eventual victoria opositora podría dificultar la gobernabilidad del país.