La bandera surcoreana ondeaba el viernes en Pyongyang en ocasión del primer partido en Corea del Norte entre las selecciones de fútbol de las dos coreas en el marco de una competición asiática.
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El «Taeguekgi», el estandarte surcoreano, se hizo al medio día en el estadio Kim Il-sung, erigido al lado del gigantesco arco de triunfo que conmemora la resistencia coreana a la ocupación japonesa y donde el equipo femenino norcoreano recibe a las surcoreanas en un encuentro de clasificación para la Copa Asiática Femenina, prevista en 2018 en Jordania.
El único precedente en Pyongyang entre las dos selecciones enemigas se remonta a 1990, cuando los equipos masculinos jugaron un partido amistoso destinado a promover la reunificación.
En ese encuentro, que ganó Corea del Norte 2-1, solo ondeó la bandera no oficial de la unificación coreana y no sonó ninguno de los dos himnos nacionales.
Esta vez, los 40.000 espectadores se levantaron en un respetuoso silencio cuando resonó el himno surcoreano, antes de corear el canto patriótico de Corea del Norte, según un periodista de la AFP presente en el abarrotado estadio. Cada toque de balón de los norcoreanos desencadenaba detrás una oleada de aliento de los aficionados.
Las dos coreas están, aún hoy, técnicamente en guerra, pues el conflicto de 1950-1953 se terminó con un armisticio, y no con un tratado de paz.
Por ello, la frontera entre las dos Coreas marcada por la zona desmilitarizada es todavía una de los lugares más fortificadas del planeta.
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Momento de distensión
Este partido se produce además en un momento especialmente tenso en la península debido a la aceleración de los programas balísticos y nucleares de Pyongyang.
Corea del Norte tiene el objetivo de ser capaz de llevar a cabo un ataque nuclear sobre el territorio continental de Estados Unidos. El año pasado, Pyongyang realizó dos ensayos nucleares y multiplicó desde entonces los lanzamientos de misiles.
El asunto norcoreano es además uno de los temas centrales de la cumbre que comenzó el jueves en Florida entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el chino, Xi Jinping.
En este contexto, el partido del viernes es un inusual momento de distensión en uno de los conflictos más congelados del planeta.
Corea del Sur exigió a su vecino del norte garantías de seguridad antes de autorizar a sus jugadores a cruzar el paralelo 38 para una serie de encuentros oficiales en Corea del Norte.
Hay que decir sin embargo que el deporte contribuyó en el pasado a «apaciguar los ánimos en momentos de tensión», explica Michael Spavor, director de Paektu Culture Exchange, cuyo rol es facilitar los intercambios con Corea del Norte en diversos ámbitos.
Corea del Norte y Corea del Sur tienden además a apoyar a los deportistas coreanos cuando estos se enfrentan a otras naciones.
Los Juegos Olímpicos han sido incluso el escenario de espectaculares imágenes de reconciliación entre hermanos enemigos.
En los años 2000 se les ha visto desfilar juntos tras una misma bandera. En agosto, la gimnasta surcoreana Lee Eun-ju creó sensación tomándose un ‘selfie’ en Rio con la norcoreana Hong Un-jong.
El viernes, las norcoreanas, que totalizan tres títulos continentales y son las décimas en la clasificación de la Fifa, son lógicamente las favoritas frente a Corea del Sur (17).