Los más pequeños son los que sufren los efectos más devastadores de las guerras, en las que, además, nada tienen que ver. Pero sus deseos irrefrenables de jugar parece no verse afectado por un contexto de ruinas y desolación. La guerra no puede acallar la risa de los niños, que con su increíble resiliencia le ganan la batalla a a ésta y al miedo.
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A veces la vida cotidiana nos deja imágenes como las que compartimos a continuación, fotos históricas y algunas más actuales, en las que los niños, olvidaron por un momento la guerra y se comportaron como un niño debe vivir la infancia, jugando.
No es más que la señal de que la vida, siempre se abre paso.