Se supone que si una bomba atómica explota relativamente cerca de ti no lo cuentas, sin embargo hubo gente que, no se sabe muy bien si por intereses durante la era atómica o por simple altruismo, publicó recomendaciones a llevar a cabo si uno tenía la desgracia de sufrir una explosión de este tipo.
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Un folleto llamado Qué hacer en caso de un ataque con bomba atómica de los años 50, descubierto gracias a un usuario de Reddit que se podía comprar junto a la revista LIFE por 10 centavos, recopila una serie de instrucciones a llevar a cabo en caso de que una bomba estalle cerca de ti, con consejos que pueden parecer ridículos como protegerse con la chaqueta o detrás de un árbol, frotarse bien en la ducha después de la explosión para quitarse las partículas radioactivas de la piel, o ponerse un pañuelo en la cara para no inhalar la niebla de una explosión atómica en el agua.
Lo primero que debemos tener claro es que, si no estamos en el epicentro mismo de la detonación, las posibilidades de salir con vida son bastante mayores de lo que parece.
En junio de 2010, el Gobierno estadounidense distribuyó una guía de 130 páginas entre los servicios de emergencia del país con un clarísimo mensaje: lo más importante es protegerse de la lluvia radioactiva que se genera tras la detonación. Para ello debemos refugiarnos de la mejor manera posible, allá donde estemos. Y esto es algo que, como explica el manual, debe educarse: “Es más probable que la gente siga el instinto natural de salir huyendo del peligro, lo que puede exponerla a dosis letales de radiación”.
Lo importante, en cualquier caso, es no salir al exterior bajo ningún concepto. “Refúgiate donde estés. Ese es el mensaje”, explicaba Jonathan Fielding, director de Salud del Condado de Los Ángeles en Usa Today, tras la publicación de la guía (que sigue hoy vigente).
Debemos permanecer bajo techo como poco 24 horas, un tiempo suficiente para que la radiación baje de forma significativa, o hasta que las autoridades evacuen la zona, pasadas 12 horas, por necesidades médicas.
La capacidad de protección de un refugio dependerá de la cercanía de la zona cero y del material. Los más recomendables incluyen hormigón, ladrillo y piedra, mientras que la madera o las planchas metálicas proporcionan una protección mínima. Uno de los consejos llamativos del informe es que la «descontaminación de las personas no es un asunto de vida o muerte. Simplemente, cepillar las prendas exteriores será suficiente para protegerse a sí mismo y a los demás hasta que se pueda llevar a cabo una descontaminación más exhaustiva».