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Fue el arresto la semana pasada de un oficial de la Bundeswehr, presentado como cercano a la extrema derecha, que sirvió como catalizador a esta crisis con aires de matrioshkas (muñecas rusas).
El oficial, de 28 años de edad, que se hizo pasar por un refugiado sirio, es sospechoso de haber preparado un atentado contra extranjeros o militantes de izquierda.
El caso incomoda al gobierno de Angela Merkel y desacredita un poco más a la Bundeswehr, en donde los últimos meses se conocieron casos de hostigamiento a soldados en los cuarteles.
La ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, cercana a la canciller, anuló un viaje a Estados Unidos para ir el miércoles a la base de Illkirch, cerca de Estrasburgo (este de Francia), en donde estaba destacado el oficial, actualmente detenido, y en donde los mandos militares investigan para saber si existe una red más amplia cercana a la extrema derecha.
La ministra convocó además para el jueves en Berlín a un centenar de altos mandos, generales y almirantes, para pedirles que no toleren los deslices en las Fuerzas Armadas.