Dos sombras marcan la asunción oficial, este miércoles, del nuevo presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in: el sonado escándalo político generado por «Rasputina», la amiga de la destituida Mandataria Park Geun-hye, y su poderoso y enigmático vecino del Norte, Kim Jong-un, enfrascado en una escalada de declaraciones y demostraciones bélicas con Estados Unidos.
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Moon, un antiguo defensor de los derechos humanos en su país y abanderado del centroizquierdista Partido Democrático, se impuso con 41% de los votos sobre el conservador Hong Joon-Pyo, que obtuvo 24,03%. Las elecciones que definieron al sucesor de Park tuvieron la mayor participación en las últimas dos décadas.
El nuevo jefe de Estado ha dado múltiples señales de que busca un mayor diálogo con Pyongyang. También apuntaría a desmarcarse de su mayor aliado, EEUU.
La elección fue una gran victoria de un gran pueblo que quiere crear un país justo, donde las normas y el sentido común prevalezcan»
La posible estrategia del nuevo ocupante de la «Casa Azul» -la residencia oficial de la Presidencia surcoreana- podría complicar las relaciones con la Casa Blanca. Sintomáticamente, el comunicado de felicitaciones emitido por el Gobierno estadounidense no iba firmado por el presidente Donald Trump.
«Esperamos trabajar con el presidente electo Moon para seguir fortaleciendo la alianza entre Estados Unidos y la República de Corea», manifestó el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer.
Familia de refugiados
Moon, nacido en 1952 en la isla de Geoje, cuando bramaba la Guerra de Corea. Proveniente de una familia pobre de refugiados que huía del Norte, el ahora mandatario defiende el diálogo y la reconciliación con Pyongyang, para calmar la situación y hacer regresar a Kim a la mesa de negociaciones.
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Una de las preocupaciones de Washington es que el nuevo presidente pueda dar marcha atrás a iniciativas como la instalación en Corea del Sur del sistema antimisiles Thaad (en la imagen), instalado por EEUU para contrarrestar la amenaza de los misiles norcoreanos que están en rápido desarrollo.
En lo interno, las promesas de Moon apuntan a adoptar normas y medidas contra la corrupción, con el fin de cerrar las brechas abiertas por Choi Soon-sil, «consejera espiritual» de Park que fue responsabilizada de desvío de fondos públicos y tráfico de influencias.