En 1925 fue la primera vez que en Chile se mencionó la posibilidad de establecer un tren subterráneo, como parte del sistema de transporte santiaguino. Cuarenta y tres años después, en 1968, bajo el gobierno de Eduardo Frei Montalvo, la idea comenzó a materializarse dando paso a la construcción de la Línea 1.
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El primer proyecto fue creado por Luis Lagarrigue y constaba de dos líneas perpendiculares: la primera era subterránea en sentido poniente-oriente conectaría la Estación Central con Plaza Italia a o largo de la Alameda y otra elevada en dirección norte-sur entre la Plaza de Chacabuco y el matadero utilizando las avenidas Independencia y San Diego.
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Más tarde, en 1965, el gobierno chileno estableció una comisión asesora destinada a diseñar soluciones basados en los estudios de la Oficina de Proyectos Especiales de Equipamiento Metropolitano respecto a la situación del transporte en Santiago.
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Después de una serie de análisis finalmente en 1969 comentó la construcción del Metro en la intersección de las avenidas Alameda y Las Rejas donde finalmente se ubicaría la estación las Rejas.
Tras seis años de construcción, el primer tren del Metro de Santiago recorrió la Línea 1 entre las estaciones San Pablo y Estación Central el 15 de mayo de 1975, hace 42 años.
La idea era dar comienzo a un período de marcha blanca que terminó cuatro meses más tarde, con el inicio oficialmente de la operación de Metro de Santiago.
En los primeros meses, la gente iba al Metro a pasear, a subirse a las escaleras mecánicas, a maravillarse con este espacio moderno, limpio y lleno de nuevas tecnologías.
El acceso controlado –gracias a una tarifa que triplicaba en valor al boleto de micro, la llamada “visita con erogación” – permitió ir educando a los usuarios en el cuidado y uso adecuado de las instalaciones.