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El día en que Valdivia enfrentó el mayor cataclismo de la historia: tres terremotos previos, un megaterremoto, un tsunami y una hazaña

El 22 de mayo de 1960, la tierra se sacudió con una violencia que nunca más se ha repetido. Una magnitud de 9,5, las más elevada de la historia. Un cataclismo que puso de manifiesto la entereza del pueblo chileno.

(AFP)

El 21 de mayo de 1960 amaneció de forma especial para el sur de Chile, con una señal de lo que vendría al día siguiente. A las 6.05 de la mañana, un sismo de magnitud 7,5 sacudió a las principales ciudades de la actual Región del Biobío y La Araucanía. El movimiento telúrico fue percibido entre el Norte Chico y la zona de Llanquihue.

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Una previa infernal: tres terremotos en 30 horas

Daños en varios edificios y casas junto con las comunicaciones totalmente cortadas desde Santiago al sur. El feble sistema de comunicaciones del país había colapsado y los suministros de luz y agua funcionaban con graves problemas.

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Ese día, el sur del país quedó incomunicado, pero no se registraron víctimas fatales. El 22 de mayo otra vez la tierra se sacudió. A las 6.30, nuevamente un terremoto similar al anterior sacudió a la zona de La Araucanía. Ahora la mayorías de las edificaciones dañadas el día anterior quedaron en el suelo, pero sin víctimas, pues ya se habían aplicado planes de evacuación.

En Santiago, el gobierno de Jorge Alessandri se enteró de los terremotos por informes periodísticos. No había contacto directo con el Biobío ni La Araucanía. De inmediato, las autoridades se reunieron en La Moneda para definir el plan de reacción y de ayuda. En eso, a las 14.55, un tercer terremoto sacude la zona sur, provocando incendios y dañando el grueso de la infraestructura vial.

El foco de la crisis se centró en Concepción, la mayor ciudad afectada y donde se iniciaron los trabajados para ayudar a la gente de la región.

El cataclismo

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Lo que nadie sabía a esa altura era que esos tres terremotos eran sólo el paso previa de la mayor ruptura tectónica de la humanidad, que provocaría el mayor cataclismo de la historia.

A las 15.11 del 22 de mayo de 1960 comenzó la fractura en la zona de Temuco, y crecería abarcando desde Chiloé hasta Talca. Duró 10 minutos y tuvo una magnitud de 9,5, con los mayores daños en Valdivia.

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Estudios posteriores., ya con tecnología más avanzada, explican que lo que vivió el sur del país ese día fueron en realidad 37 terremotos seguidos con magnitudes históricas.

Desde Talca hasta Aysén, el país quedó en el suelo. En Valdivia, aparte de la destrucción, el río Calle Calle se desbordó e inundó el centro de la ciudad.

Pero no había pasado todo. A las 16.10, la fuerza de la ruptura tectónica provocó un tsunami que abarcó las costas chilenas desde Concepción a Chiloé. En Corral y Valdivia, el mar se elevó 4 metros, y cuando se retiró arrastró varios barcos.

Pero a las 16.20 llegó una segunda ola, de más de 8 metros y a una velocidad que se estima en 150 kilómetros por hora, terminó por destruir toda la costa de Valdivia y aumentar la cantidad de muertos.

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A las 16.30, nuevamente el mar retrocedió y ahora los restos de las ciudades de Valdivia, Corral y Niebla fueron golpeadas por una ola de 10 metros.

Este tsunami golpeó el puerto de Hilo, en Perú, y las Costas de Hawai, en Estados Unidos, donde murieron 61 personas. La ola también se percibió en Japón, Isla de Pascua, Australia y Nueva Zelanda.

La Gran Hazaña

Muchos recuerdan el cataclismos de Valdivia sólo por las dimisiones históricas que alcanzó. Pero ese desastre dio paso a uno de los hechos más increíble de la historia de los desastres naturales en Chile: un acto que unió a todos los estamentos de la sociedad chilena para hacer algo impensado: la “Hazaña del Riñihuazo”.

Varios cerros simplemente colapsaron con el cataclismo y bloquearon el rió San Pedro, que era a su vez el desagüe natural del Lago Riñihue.

El lago, absolutamente taponeado, rápidamente comenzó a crecer. Este fenómeno ya había ocurrido en un terremoto en 1575, donde Valdivia y Corral había sido destruidas totalmente por el desborde de este lago.

Ante la emergencia, el gobierno efectuó un llamado y obreros, fuerzas del Ejército, trabajadores de Endesa, Corfo y del ministerio de Obras Públicas, quienes laboraron arduamente para abrir una evacuación controlada del lago. 27 bulldozers y más de dos meses de trabajos en pleno invierno evitaron un golpe de gracia para las ciudades. Una lucha que para algunos quedó en el olvido ante el impacto del clasicismo, pero que para muchas personas de la zona es el claro ejemplo de la entereza del pueblo chileno, forjada a golpes de la naturaleza.

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