El Gráfico Chile

Corriendo de Arica a Punta Arenas: La realidad de los hipódromos perdidos de Chile

Mientras en el extremo norte del país planifican la vuelta de las carreras de caballos, en el sur miran con melancolía las épocas de gloria. Dos experiencias de una pasión que supo ganarse el corazón de los chilenos y que pide resurgir.

Vivimos en un país hípico. Se puede respirar pasión en cada clásico y en las jornadas que presentan los recintos que abren sus puertas diariamente a los fanáticos como es el caso del Hipódromo Chile y el Club Hípico de Santiago en la capital.

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Pero por distintos motivos, lejos del centro del país, los cultores de la disciplina miran con envidia las jornadas en que los mejores purasangre cruzan la meta en un nuevo triunfo para el registro. Es que en todo el territorio nacional se vive una crisis de representación en ese sentido y públicos antes conquistados por los Hipódromos de Arica, el Club Hípico de Antofagasta, el Club Hípico de Peñuelas y el Club Hípico de Punta Arenas, han debido retener la pasión por un largo tiempo.

Historias hay muchas, explicaciones más, con Inmobiliarias al acecho y generaciones nuevas que no supieron mantener la tradición. Las realidades de cada ciudad son particulares, con esperanza por un lado y nostalgia por el otro lado. Es el caso del recinto de la región de Magallanes, donde los cultores de la disciplina lamentan un declive que no tiene vuelta atrás y las jornadas de domingo con tribunas llenas solo quedan como un recuerdo.

A cargo de la Sociedad Rural de la ciudad, el Club era un lugar de encuentro, tal como lo cuenta Juan Carlos Pérez, un ex propietario que desde pequeño disfrutó de los años dorados de la actividad: «Se vivía con pasión por las carreras, incluso había salón de té en el segundo piso que se llenaba. Era un punto de reunión, de distracción ideal para los fanáticos acá en Punta Arenas, donde eran escasos esos espacios», relata.

Tal como muchos de los preparadores, jinetes y criadores, su amor por los caballos nació en los años 60 viviendo en la cercanías del Club, por eso recuerda una época dorada con 12 carreras por jornada, en la que 12 caballos por salida buscaban el triunfo, mientras los apostadores gozaban de las instalaciones, aunque las condiciones no eran las mejores: «Se disfrutaba, llegaban caballos de remate de Santiago y aunque la temporada era corta porque en invierno no se corría, era todo muy bueno. Empezaban las escarchas y la cancha de tierra se ponía dura por eso había 6-8 meses que no entraban dineros», cuenta con nostalgia de los días en que su caballo «Fuego» y «La Leona» fueron parte de los Grupo I de la ciudad que sacaban los gritos de los aficionados.

La realidad, más allá de la pasión expresada era que «existían propietarios con dinero que invertían y que claramente no querían hacerse ricos», comenta. Los premios no eran muy buenos y a veces ni se pagaban, todo se mantenía por la pasión de las personas que preparaban y que sentían la actividad. Aunque de todas formas, como dice Rodrigo Lizama, jinete surgido de esas pistas: «Son solo recuerdos hermosos de ese hipódromo, me dio mucha pena que haya desaparecido siendo el Club más Austral del mundo».

Por eso no fue extraño que hubiera una lenta debacle que terminó con el cierre del recinto y una sentencia que no ánima a los nuevos fanáticos: «No me imagino Punta Arenas con un hipódromo, pienso que es cosa del pasado. La gente apasionada de los caballos quedan muy pocos, quizás los nietos siguen, pero ya no quedan hípicos de corazón en Punta Arenas», complementa Pérez con el dejo melancólico de un pasado mejor.

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Arica prepara la Primavera Hípica

La época de oro del Hipódromo de Arica fue desde finales de los 60 hasta el año 72, con carreras los días sábado y domingo que deleitaban hasta con 12 competiciones diarias. Fue creada por la Junta de Adelanto y contó con una popularidad más grande que el fútbol y otras entretenciones en la ciudad. Con Derbys regionales como el clásico confraternidad Chile-Perú, Arica surgía como un polo hípico de la zona, sin embargo, con el golpe militar de 1973 la propiedad cambió y el declive se hizo latente hasta la suspención definitiva de la actividad a finales de la década del 70′.

Todo es recuerdo en estos momentos, aunque los cultores de la zona son optimistas de una resurrección de la actividad. Así lo reconoce uno de los directores y ex presidente del Hipódromo de Arica, Máximo Karl, que enfatiza que es sólo un «stand by» lo que se están tomando para retomar con todo la competición en los próximos años: «Nos han faltado los apoyos suficientes pero no hemos desistido del proyecto. Reinaguramos en octubre del 2014, además de crear el Derby Beach, único en sudamerica, con una gran proyección. Sabemos que debemos desarrollar una hípica regional, diferenciada de la hípica de Teletrak, con un progreso dirigido a nuestra zona. Está claro que no podemos competir con los hipódromos de Santiago que están establecidos y tienen una fórmula muy buena de llevar el deporte. Buscamos que nuestra hípica se desarrolle y se solvente con nuestro propio esfuerzo», comenta con la película clara.

El plan será a largo plazo y de forma responsable, soñando con una o dos carreras por mes e incentivando la participación de las empresas locales: «No podemos planificar volver con 100 o 200 caballos. Partimos de la nada, de un hipódromo muerto, po eso hay que ver los costos, pero no es un imposible, hemos visto el proyecto y es factible, y nosotros nos gusta la hípica, si hay que pagar con la hípica lo haremos, eso no nos asusta», dice motivado del futuro.

Desde la sociedad que controla el Hipódormo saben el desafió que será retomar la actividad pero confían en poder transformarse en la entretención principal de una ciudad en que los espectáculos para la distracción ciudadana escasean. «Estamos al debe y como directorio queremos cambiarlo, no ha sido fácil y solo tenemos que luchar para que no se muera, es un patrimonio de Arica. Hay 50 años de diferencia de esa época y el entrenamiento cambió, es una industria que genera mucho dinero», cierra Karl quien encabezará un proyecto responsable que promete devolver las carreras de caballo a una ciudad apasionada por la actividad.

 

 

 

 

 

 

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