En Europa la decisión de no vacunar, por parte de algunos padres, ha generado fuertes repercusiones en el área de la salud. Ejemplo de ello, fue la reaparición del sarampión, enfermedad que hasta el año 2009 se encontraba completamente erradicada en ese continente.
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«No vacunar es un error gravísimo, ya que se expone innecesariamente a los niños a virus y bacterias que pueden resultar mortales», explica a Publimetro la técnico en enfermería de nivel superior, Francisca Aravena. La profesional de Aiep, de la Universidad Andrés Bello, ha sido testigo de varios errores como este atendiendo en urgencias. A pesar de lo que se suele pensar, esta corriente por evitar vacunas u optar solo por medicina natural y alternativa, no es sólo cosa de jóvenes. «En las urgencias llegan, por una parte, mamás más jóvenes por inexperiencia y por otra, mamás mayores que se guían por experiencias anteriores o que apelan a que ‘antiguamente era así», nos comenta Francisca Aravena, en base a su experiencia atendiendo en servicios de urgencia.
De hecho, desde el Ministerio de Salud, el constante llamado siempre ha sido a mantener las vacunas de los niños al día, y ser responsables con los controles de salud. Esto, para poder prevenir enfermedades y hacer un seguimiento al sano desarrollo del niño en distintas áreas como la pediatría, odontología, capacidades motrices y más.
Los errores en salud van de un extremo a otro. Desde confianza excesiva en los conocimientos propios apelando a experiencias personales, información encontrada en Internet, remedios ‘de la abuelita’ y datos de las amigas, hasta el otro extremo de abusar de los medicamentos creyendo que más es mejor o asistiendo por simples llantos del bebé a urgencias, cuando realmente no es necesario, o cuando la atención requerida debería solicitarse en un consultorio. «En ese caso, además exponen a que su hijo se contagie de otras cosas en la sala de espera», agrega la profesional Tens del AIEP, Francisca Aravena.
Una explicación desde la psicología
Para la psicóloga de la Universidad del Pacífico, Sofía Fiedler, este fenómeno de las «neo mamás», donde se defienden prácticas saludables como el apego, pero otras no tanto como la no vacunación de sus hijos responde a inseguridad y otras situaciones emocionales que puede enfrentar una mamá, sea primeriza o no. «Están cuestionando todo, aunque a veces no existan estudios que demuestren lo contrario. Todo como respuesta a una extrema necesidad de hacer lo mejor por sus hijos».
«Me ha tocado ver mucho esta transformación de madres primerizas. Miedo y culpa. Con preguntas como: ¿Lo estaré haciendo bien? Es una cosa no solo psicológica, si no que social«, explicó a Publimetro la psicóloga de la Universidad del Pacífico. «Pasas a ser embarazada y automáticamente estas en otro estado, con una gran responsabilidad y presión social sobre lo que tienes o no tienes que hacer», agregó. Según la especialista, debido a la figura de la madre en lo social, y al embarazo propiamente tal, a pesar de que la crianza es de a dos, las mujeres suelen tener más dudas respecto a cómo están ejerciendo este rol. «Tienen una carga social y emocional, tanto interna como externa, muy grande».
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Considerando el punto de vista de ambas profesionales, tanto las «neo mamás» como aquellas que se enmarcan en un perfil más tradicional, caen en errores que ponen en riesgo la salud de sus pequeños. Claramente, el fenómeno puede responder a un cierto grado de desconocimiento o de inseguridad, al no saber exactamente qué herramientas utilizar para proteger a su hijo enfermo. «Algunas mamás incluso pueden estar sufriendo una crísis de inseguridad o sobreprotección, impulsada por nacimientos prematuros -y necesidad de sobre proteger-, o incluso embarazos anteriores que terminaron en pérdida», destacó Fiedler.
Algunos de estos errores son:
- No vacunar a los niños y exponerlos innecesariamente a virus y bacterias que pueden ser, en algunos casos, mortales. Con esto, niños con bajas defensas y/o problemas de inmunidad podrían sufrir contagio también.
- Acudir a urgencia cuando la atención requerida no es de ese tipo. Expone al menor a contagios de otras enfermedades (Por ejemplo: ir porque el bebé llora mucho).
- Seguir los famosos «consejos de la abuelita». En muchos casos, se podría derivar a situaciones peores, como infecciones u otros (Ejemplo: Aplicar aceite en una quemadura).
- ¡No automedique a su hijo! Pedir ayuda en redes sociales, cuando un niño tiene fiebre o tos, en vez de acudir al médico podría traer consecuencias fatales como intoxicación o no tratar adecuadamente una complicación mayor a tiempo.
- Cumpla con las recomendaciones del equipo de salud. De a los menores los medicamentos que el médico le recete en los horarios y dosis correspondientes. ¡Más no significa mejor!
- Cambiar hábitos alimenticios de los niños por creencias personales puede ser fatal. Por ejemplo, dar solo alimentos libres de gluten, pensando que es lo más sano, sin considerar la opinión de un nutriólogo o nutricionista y las necesidades del menor para su desarrollo es peligroso.
La psicóloga de la Universidad del Pacífico señaló que «no existe un consenso definitivo de lo que significa ser buena o mala mamá». Pero ante estos riesgos, recomienda «afinar intuición maternal»y al mismo tiempo contar con apoyo profesional.
La principal recomendación de ambas profesionales es asesorarse con profesionales del área salud, y ante dudas, buscar segundas o terceras opiniones.
El mensaje más fuerte que quizo reiterar Sofía Fiedler, fue «no caigan en las redes sociales con la típica pregunta de ‘¿Estaré cuidando bien a mi hijo?'». Opiniones hay miles, ante la duda, consulten a un profesional de confianza concordaron tanto la técnico en enfermería de nivel superior de Aiep, Francisca Aravena, como la psicóloga de la Universidad del Pacífico, Sofía Fiedler. A fin de cuentas, no existe la formula perfecta. Para estas profesionales, lo mejor es lograr un equilibrio entre el amor e instinto maternal, y los conocimientos de quienes estudiaron varios años para guiarnos en la salud de nuestros pequeños.