Economía

Ocde: estudiantes chilenos sacan nota roja en educación financiera

Informe resalta que sólo el 1% de los alumnos de 15 años alcanza un nivel destacado. También subraya que en los planes de estudios en nuestro país no está incluida esta materia.

Las cifras de endeudamiento actuales podrían ser un claro indicador. Según un informe de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), los estudiantes chilenos sacaron mala nota en educación financiera.

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Junto a Brasil y Perú, nuestro país completa el podio estando a la cola en esta materia de entre las 15 naciones estudiadas por la entidad en el informe Pisa dedicado específicamente a este punto, cuyos resultados fueron publicados este miércoles. En contraste, son  cuatro provincias chinas analizadas las que están a la cabeza de esta tabla.

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El informe asocia la habilidad financiera de los alumnos al deseo de tener un mayor formación académica o a la intención de ahorrar antes que endeudarse.

«Pisa 2015 muestra que los estudiantes están lejos de alcanzar un mínimo de conocimiento financiero, incluso en países y economías como Australia, Italia, Holanda, Polonia y Estados Unidos», señaló el secretario general de la Ocde, el mexicano Ángel Gurría.

«Estos estudiantes no pueden ni siquiera entender cómo funciona un presupuesto sencillo o ser consciente de la relación entre lo que cuesta comprar un vehículo y los costes que entraña esa compra», agregó Gurría.

En el informe, realizado con estudiantes de 15 años, participaron la región flamenca de Bélgica, siete regiones canadienses, Holanda, Australia Estados Unidos, Polonia, Italia, España, República Eslovaca y Chile -todos ellos países de la Ocde-, más cuatro provincias chinas, Rusia, Lituania, Perú y Brasil.

Los tres países latinoamericanos registraron una baja competencia financiera, plasmada en varios indicadores.

De esta manera, el 53% de los estudiantes de Brasil, el 38% de Chile y el 48% de Perú «no alcanza el nivel básico» en conocimientos financieros, lejos del promedio de la organización, que se sitúa en el 22%.

Los datos revela algo más llamativo: solo el 3% de los estudiantes chilenos y brasileños y el 1% de los peruanos demostraron «un rendimiento destacado» en competencia financiera que implica saber «analizar productos financieros complejos» y «resolver problemas financieros no rutinarios».

Por sexos, los chicos y las chicas de estos tres países presentan «el mismo nivel promedio de rendimiento en competencia financiera».

El estrato socioeconómico, sin embargo, tiene un peso determinante en el conocimiento financiero, ya que los jóvenes de medios favorecidos obtienen calificaciones más altas que la de los alumnos desfavorecidos.

La diferencia es más atenuada en Brasil (78 puntos), que la de Chile (103) y Perú (117).

De entre los tres países analizados, Brasil ha sido el que ha apostado desde hace más tiempo por la educación financiera formal integrada en los sistemas de enseñanza.

El gigante sudamericano practicó en el periodo 2010-2011 un proyecto piloto en 800 escuelas secundarias de seis estados cuyos alumnos respondieron con un promedio más alto de competencia financiera reflejado en «una mayor tendencia al ahorro» que sus otros pares que no habían estado en el programa experimental.

El informe resalta que en nuestro país, la educación financiera no está incorporada a los planes de estudio y en Perú se empezaron a incorporar temas de economía y educación financiera en el año 2016.

Según el estudio, la destreza en matemáticas y lectura y la transmisión de valores de padres a hijos contribuyen además a una mejor comprensión financiera.

En Chile, por ejemplo, discutir de temas de dinero con los padres está asociado «a un mayor nivel de conocimiento financiero».

El informe concluye que es importante incluir las habilidades financieras en las políticas públicas debido a que los estudiantes menores de edad tendrán que tomar «muy pronto» decisiones que tendrán consecuencias financieras «a largo plazo».

Por ello, sugiere analizar las necesidades de los estudiantes con bajo rendimiento y abordar las desigualdades socioeconómicas de «forma temprana», entre otros aspectos.

Consciencia del ahorro

En el detalle, según informó la Agencia de la Calidad de la Educación detalló que el puntaje de alfabetización financiera para Chile es de 432 puntos, por debajo de la media de los países Ocde (486 puntos), consistente con los resultados que el país ha obtenido en las demás evaluaciones de Pisa. En tanto, países como Rusia, Lituania, Polonia y Eslovaquia, que tienen un Producto Interno Bruto (PIB) similar al nuestro, obtienen en promedio 473 puntos.

El secretario ejecutivo de la entidad, Carlos Henríquez, destacó quemen Chile no existe brecha de género en alfabetización financiera, a diferencia de lo que se observa en países como Estados Unidos, Italia, o China, entre otros.

“Si bien los resultados nos dejan bajo el promedio de la prueba, el rol de la escuela resulta crucial para entregar las mejores opciones y herramientas a nuestros estudiantes y, en particular, a los grupos más vulnerables, donde una mala decisión financiera podría tener consecuencias más profundas para su futuro”, sostuvo la autoridad.

Por otro lado, si bien la prueba Pisa sitúa a Chile con resultados por debajo del promedio en alfabetización financiera, en términos de las conductas de ahorro y gasto, nuestros estudiantes demuestran mejores resultados.

Así, ante las preguntas: “si no tienes suficiente dinero para comprar algo que realmente quieres, ¿qué es lo más probable que harías?”, el 71 % declaró que ahorraría para comprarlo (63% es el promedio de los países) y “¿con qué afirmación te identificas más?”, el 67% declara identificarse con “ahorro” en nuestro país (prácticamente igual al 69 % promedio países). Sucede igual con la afirmación “ahorro cuando quiero comprar algo”, donde el 23% de los estudiantes del país se identifica y el promedio de países alcanza al 22%.

“Si bien nuestros resultados quedan por debajo del promedio, los estudiantes de Chile tienen en sus actitudes frente al ahorro y gasto un piso que permite proyectar posibles mejoras futuras. Hay una suerte de ‘sentido común’ más allá de los resultados de la prueba que se configura en un factor protector para el futuro de nuestros estudiantes”, concluyó Henríquez.

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