Un buque de guerra estadounidense suscitó la ira de China al pasar cerca de un islote reivindicado por Pekín en el mar de China Meridional, primer choque desde la reunión de los presidentes Xi Junping y Donald Trump el mes pasado en Florida.
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Un barco militar estadounidense, el «Dewey», pasó «a menos de 12 millas náuticas» del arrecife Mischief, anunció un responsable estadounidense.
Ese islote forma parte del archipiélago de las Spratly, en el mar de China Meridional, un mar que Pekín reivindica en su casi totalidad, incluso zonas muy próximas a las costas de numerosos países del sudeste asiático.
La operación estaba destinada a demostrar la «libertad de navegación» en esas disputadas aguas, añadió este responsable estadounidense. Se trata de la primera acción de este tipo bajo la administración del presidente Trump.
El límite de las 12 millas náuticas (22 km) tiene un valor simbólico: es el ancho máximo de las aguas territoriales de un país, según la Convención de Naciones Unidas sobre el derecho marítimo.
Al penetrar en esta zona, Washington ignora de hecho las pretensiones chinas sobre el arrecife de Mischief.
«Descontento» chino
El portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Lu Kang, expresó en una comparecencia ante la prensa «el fuerte descontento y la fuerte oposición» de China tras esta acción de la marina estadounidense.
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Según el portavoz chino, su marina «identificó el buque estadounidense conforme a la ley y le ordenó salir». La acción de la marina de Estados Unidos «comprometió la soberanía y la seguridad» de China y podría haber provocado accidentes navales o aéreos, advirtió Lu.
La soberanía de China en el archipiélago de las Spratly y las aguas adyacentes es «indiscutible», aseguró el portavoz.
Se trata de una zona estratégica que albergaría importantes reservas de gas y petroleo.
Allí China ha llevado a cabo en los últimos años operaciones de construcción de islas artificiales, y planeado bases militares potenciales en minúsculos arrecifes.
Washington no acepta estas anexiones de islotes, práctica que también usan otros países de la región, y aboga por una solución diplomática a estos diferendos.
Código de conducta
La Corte permanente de arbitraje de La Haya consideró el año pasado, a petición de Filipinas, ilegales las reivindicaciones de Pekín sobre buena parte del mar de China Meridional, un dictamen rechazado por Pekín.
Sin embargo el nuevo presidente filipino Rodrigo Duterte ha optado desde entonces por aproximarse a Pekín.
China y otros diez países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) acordaron a mediados de mayo un «código de conducta» para prevenir incidentes marítimos.
Para el portavoz chino, «la situación en el mar de China meridional está distendiéndose» y «lo que hace Estados Unidos es perturbar el proceso de diálogo».
El incidente del jueves constituye un serio borrón en las relaciones chino-estadounidenses, que habían mejorado tras la visita a principios de abril del presidente chino Xi Jinping a la lujosa mansión de Donald Trump en Florida.
Además Washington cuenta ahora con Pekín para hacer presión sobre Corea del Norte, con el objetivo de que este país renuncie a su programa nuclear.
Trump también ha bajado el tono en sus criticas contra la competencia económica china. Durante su campaña electoral había acusado a Pekín de «robar» millones de empleos en Estados Unidos.
Ahora ambos países anunciaron incluso, a mediados de mayo, un acuerdo comercial sobre la exportación de carne y de gas estadounidense hacia China.