Las autoridades argentinas pesquisan un extraño caso del que fue víctima un dirigente sindical que trabaja en una central nuclear de Argentina. El directivo sufrió un envenenamiento potencialmente mortal al beber agua que contenía contaminación radiactiva.
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El cuerpo del trabajador, Damián Straschenco, tenía entre 130 y 180 miliseverts. Esto equivale a seis a ocho veces más de la dosis anual tolerable. La medida fue registrada por los detectores de la central Atucha donde labora.
Tras ser atendido, el dirigente logró recuperarse. El directivo interpuso una denuncia ante la Justicia por intento de homicidio, según consignan medios locales.
La investigación sobre el origen de la contaminación llevó al hallazgo de la botella de agua que Straschenco utilizaba en su oficina. Se determinó que alguien introdujo en el recipiente agua pesada (radiactiva) procedente del reactor.
Nunca creí que como trabajador podría estar expuesto a un atentado de estas características»
La empresa Nucleoeléctrica, responsable de la producción de energía nuclear en Argentina, anunció que lleva adelante una investigación interna. Las pesquisas se efectúan en el complejo de Zárate, donde ocurrió el incidente.
«Nunca creí que como trabajador podría estar expuesto a un atentado de estas características», afirmó Straschenco en un comunicado publicado por su sindicato, Luz y Fuerza.
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«Me fui de mi trabajo con radiación en mi cuerpo. Eso vulnera no sólo nuestra integridad psicofísica sino también nuestra fuente de trabajo», añadió. «Pensar que entre nosotros trabajan y caminan a diario criminales es realmente preocupante».
Inédito en Argentina
Uno de los puntos claves de las indagatorias reside en determinar cómo llegó el agua pesada a la botella del dirigente. Straschenco no tenía acceso al reactor.
Si bien el grado de contaminación que sufrió fue considerado menor, todavía está sometido a exámenes. Ello se debe a que la radiación podría dañar gravemente su salud en el mediano y largo plazo.
El caso es el primero de su tipo descubierto en Argentina, e hizo recordar el envenenamiento con polonio radiactivo que mató al opositor y ex espía ruso Alexander Litvinenko en Londres en 2006.