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Actual esposa del príncipe Carlos de Inglaterra habla de los tiempos en que fue la amante real: “No se lo deseo ni a mi peor enemigo”

Carlos se separó de Diana en 1992, pero el divorcio no fue oficial hasta 1996, un año antes de la muerte de Lady Di en París (este año se cumplen 20 años desde su fallecimiento). Luego, el príncipe se casó con Camilla en 2005.

(TIZIANA FABI/AFP)

Camilla de Cornualles, la actual esposa del príncipe de Gales, habló por primera vez a la prensa sobre el momento en el cual se hizo público su romance con Carlos de Inglaterra cuando él estaba aún casado con la difunta Diana de Gales.

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En una entrevista con The Mail on Sunday (el dominical del medio británico Daily Mail), la consorte del heredero de la corona británica explica con «un candor asombroso» (según el propio diario) cómo se convirtió en prisionera en su propia casa: «Fue horrendo».

La duquesa próxima a cumplir 70 años, explicó que vivía prácticamente escondida por el acoso de la prensa, en un momento en que era una de las mujeres más odiadas por los británicos: «Durante más de un año, cuando vivíamos en Middlewick House, yo no podía ir a ninguna parte».

Mientras que su hijo, Tom Parker-Bowles, recordó que: «Los paparazis nos seguían a todas partes y nos acechaban como fantasmas. Teníamos unos prismáticos en el cuarto de baño de mamá para vigilarlos. ¡A veces había una docena!».

«Fue horrendo. Fueron unos tiempos profundamente desagradables que no le desearía ni a mi peor enemigo. No habría sobrevivido sin mi familia», agregó Camille.

En la entrevista, Camilla aseguró que desde su infancia estaba preparada para la vida entre la realeza, aunque a veces se mira a sí misma con escepticismo. «Tienes que reírte de ti misma porque si no puedes hacerlo es mejor que abandones. A veces pienso ¿quién es esa mujer? No puedo ser yo. Y así es cómo sobrevives».

«Gracias a dios fui criada por mis padres con una buena base y me enseñaron modales. Puede que en este tiempo suene un poco esnob, pero entonces dejamos el colegio a los 16 años y no íbamos a la universidad a menos que fueras un cerebrito. En cambio íbamos a París y Florencia (el aristocrático viaje antes llamado Grand Tour) y aprendimos sobre la vida y la cultura, a comportarnos entre la gente, a cómo hablar a la gente. Eso estaba muy arraigado en mi vida y, sin esa base, la vida entre la realeza hubiera sido mucho más difícil», remató la princesa.

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