El presidente de Brasil, Michele Temer enfrentará desde este martes al Tribunal Superior Electoral, en un juicio que durará tres días, el cual podría hacerle perder su mandato si se comprueba que en la campaña que compartió en 2014 con la destituida Dilma Rousseff hubo dinero de la corrupción.
Se trata de 7.962 páginas de pruebas documentales, declaraciones, argumentos de acusación y de defensa sobre la sospecha de que la coalición conformada por el PMDB de Temer y el PT de Lula cometió abuso de poder político y económico en esos comicios.
Más allá de la justicia electoral, Temer está contra las cuerdas por denuncias que sugieren que incurrió en prácticas ilegales, que llevaron a la Corte Suprema a investigarle por los supuestos delitos de corrupción, obstrucción a la justicia y asociación ilícita.
El Tribunal Superior Electoral (TSE) debe decidir si hubo o no donaciones ilegales durante la campaña de reelección de la ex mandataria, Dilma Rousseff en 2014. La demanda fue presentada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) inmediatamente después de los comicios.
«Después del juicio, el partido decidirá qué hacer», declaró esta semana el senador Tasso Jereissati, presidente del PSDB, formación que como casi todos los partidos brasileños tiene dirigentes que han sido salpicados por asuntos de corrupción.
Una sentencia condenatoria del tribunal electoral anularía la victoria de la fórmula Rousseff-Temer e implicaría la destitución del mandatario, aunque este tendría derecho a numerosas apelaciones y seguiría en el poder hasta tanto no haya un dictamen definitivo, que pudiera llegar después de varios meses.
La ex mandataria niega toda irregularidad y pide que se anule el juicio, un punto compartido por Temer, quien además exige que las cuentas de campaña de uno y otro sean juzgadas por separado, pues sostiene que en la suya no hubo nada ilegal.
El proceso podría ser suspendido si uno de los magistrados considera que necesita estudiar mejor el caso, lo cual es la gran apuesta del Gobierno para ganar tiempo e intentar recomponer su base política, al tiempo que Temer se defiende en el Supremo de las sospechas de corrupción que pesan en su contra.