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En su alocución del pasado agosto, el emperador evitó referirse de forma directa a su abdicación o a cuándo tendría lugar, puesto que esa mención podría haber sido considerada como una vulneración de las limitadas funciones que le asigna la Constitución nipona.
El Gobierno estableció un comité independiente que hasta abril compiló propuestas para la nueva ley, que establece, entre otras cuestiones, el título y trato a dar al emperador y a su esposa Michiko tras la abdicación y la asignación de asistencia a la pareja tras abandonar el trono.
Antes de ello, el Ejecutivo debe escoger una fecha de los tres próximos años para la entrada en vigor de la ley que propiciará la primera abdicación desde la del emperador Kokaku, en 1817.
Las opciones que se barajan son diciembre de 2018, cuando Akihito cumplirá 85 años y completará tres décadas como jefe de Estado, o principios de 2019, coincidiendo con el paso natural del año para limitar el impacto a efectos administrativos del cambio de era que se produciría en Japón y que se basa en el reinado del emperador.
¿Qué consecuencias tiene que el emperador abdique?
La abdicación es «un asunto muy importante para nuestra larga historia y para el futuro», señaló, tras la votación, el primer ministro, Shinzo Abe, quien añadió que el Gabinete trabajará con «cautela» para poner en práctica la ley que sólo es aplicable a Akihito, pero que podría sentar precedente para futuros monarcas.
La opinión pública, favorable según las encuestas a establecer un sistema de abdicación permanente, también ha visto en este proceso una vía para tratar otras posibles modificaciones de la ley de la Casa Imperial, como la situación de las mujeres de la familia.
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La normativa actual no permite el acceso al trono a las mujeres, quienes pierden su estatus de realeza cuando se casan con un plebeyo, la única opción viable para ellas dado que el único varón soltero de la familia es el príncipe Hisahito, de 10 años.
El anuncio en mayo del compromiso de la nieta mayor de Akihito, la princesa Mako, con un compañero de universidad tuvo gran impacto social en el país y reavivó el debate sobre la reforma para intentar asegurar la sucesión ante la escasez de nacimientos de varones en la dinastía hereditaria reinante más antigua del mundo.
En este sentido, el Parlamento nipón aprobó también estudiar una resolución no vinculante para debatir la permanencia de las mujeres en la familia imperial tras el matrimonio, otorgarles deberes oficiales e incluso establecer ramas colaterales femeninas para atajar la disminución de miembros.
La resolución no especifica, no obstante, la fecha límite para que el Gobierno informe sobre el resultado de sus deliberaciones.»La sucesión estable de la familia imperial es un tema sumamente importante y el Gobierno va a estudiar con detenimiento los anexos», dijo Abe.
Cuando la princesa Mako se case, la familia imperial japonesa pasará a contar con 18 miembros, de los que sólo 5 son varones: el emperador Akihito (83 años), su hermano el príncipe Hitachi (81), el príncipe heredero Naruhito (57), el príncipe Akishino (51) y el príncipe Hisahito (10), el único nieto varón del emperador.