Poco más de un año después de llegar al poder tras la suspensión de su ex compañera de fórmula Dilma Rousseff, el mandato de Michel Temer se tambalea por acusaciones de corrupción.
PUBLICIDAD
El presidente logró una importante victoria el viernes cuando la corte electoral rehusó invalidar las elecciones de 2014 -donde venció la fórmula Rousseff-Temer-, después de examinar si la campaña se había beneficiado de abusos de poder y de financiación ilegal procedente del megafraude a Petrobras.
Pero al mandatario conservador, lo merodean otros fantasmas que asustan también a sus aliados, de manera que la tormenta política no termina aquí, y es que el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), tiene en su mano ahora mismo la «llave» de la estabilidad política del país, al debatir si continúa apoyando un gobierno acechado por escándalos de corrupción.
«Sería una pérdida considerable si el PSDB saliese del gobierno. Es un partido de peso, con perfil ideológico claro, que disputa las presidenciales desde los años 90 y confiere calidad a la coalición gubernamental» en la que controla cuatro ministerios, sostiene Carlos Lopes, analista político en la consultora Tecla.
>>Hace tres semanas, la fiscalía decidió investigarlo a partir de una grabación hecha por el dueño del gigante cárnico JBS, Joesley Batista, donde parece avalar el pago de un soborno.
Desde que estalló el escándalo y con una denuncia en el horizonte, el PSDB discute su permanencia junto a Temer.
PUBLICIDAD
«La parte del PSDB que quiere salir afirma que el gobierno está muy debilitado, está respondiendo a un proceso (judicial) complicado», explicó a la AFP el diputado Silvio Torres, secretario general del PSDB. No es una decisión fácil para este partido que pretende volver al poder en 2018.
¿Sus credenciales? La alabada gestión de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), responsable del plan económico que acabó con la hiperinflación en los 90, y la promesa de dejar atrás una era de políticos desprestigiados.
El ala más joven del partido apuesta por la salida del Ejecutivo, mientras que los antiguos caciques, como el gobernado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, estarían presionando para permanecer al lado del presidente.
No obstante, a pesar de la reunión marcada para este lunes, el PSDB podría posponer su decisión y convocar un nuevo encuentro, según anticiparon algunos legisladores.
«Sería muy difícil llegar a una conclusión con un partido dividido. No hay urgencia o una determinación para que la decisión sea ahora», aseguró el secretario general del PSDB, Silvio Torres, en declaraciones recogidas por el diario Folha de Sao Paulo.
– Presidente caído en desgracia –
Aunque los problemas comienzan en casa: el presidente del PSDB, Aecio Neves, es acusado por la fiscalía de corrupción pasiva y obstrucción a la justicia.
Un empresario que colaboraba con las autoridades lo grabó pidiendo dinero por debajo de la mesa para financiar su defensa en el caso Petrobras.
Neves fue suspendido como senador por la Corte Suprema y se licenció de la jefatura del partido para tratar de probar su inocencia.
Así, a los 54 años, pasó de la gloria de haber rozado la presidencia en 2014 -derrotado estrechamente por Rousseff- a ver su biografía manchada por el escándalo.
Otras figuras relevantes del partido también están bajo la mira de las autoridades, como el canciller Aloysio Nunes o los ocho legisladores que investiga la fiscalía por corrupción.
– Desembarque «a la PSDB» –
Quienes defienden la permanencia en el gobierno sostienen que un desembarque abrupto perjudicaría la tímida recuperación con la que Brasil parece dejar atrás la peor recesión de su historia.
Para el economista Gesner Oliveira, consultor de GO Associados, salir en este momento sería un «suicidio» para el PSDB.
«Si la economía empeora, llegarán a 2018 fortaleciendo las candidaturas de izquierda», opina.
Por ello, una corriente propone una salida «a la PSDB»: abdicar de los cargos ministeriales pero continuar apoyando las reformas de Temer para preservar el rumbo económico.
Con la debacle del PT, arrasado por la operación contra la corrupción en Petrobras -que sentó en el banquillo al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) y ha encarcelado a otras de sus principales figuras-, el PSDB cosechó una enorme victoria en las municipales de 2016.
Obtuvo casi un tercio de las 90 mayores ciudades brasileñas, incluyendo la alcaldía de la megalópolis Sao Paulo, que el empresario Joao Doria arrebató al PT en primera vuelta.
Apreciado por los mercados, Doria es visto sin embargo por algunos como demasiado «nuevo» en la política para alcanzar la Presidencia el año próximo.
De aquí a 2018, además de superar los eventuales escándalos de corrupción, el PSDB debe encontrar un candidato que encarne un discurso «nuevo, modernizador desde el punto de vista político, que señalice un nuevo tiempo, después de todo este agujero político en el que el país entró», opina Lopes.
Volver a las raíces del partido «con buenos programas sociales y económicos», resume.