El Gráfico Chile

La Copa Confederaciones, un ensayo para combatir a los “salvajes hooligans rusos”

Los organizadores pondrán atención en los hinchas para evitir problemas, como los ocurridos en Marsella durante la Eurocopa del año pasado.

(JEAN CHRISTOPHE MAGNENET/AFP)

Desde que el sorteo de la Eurocopa 2016 metió a Rusia e Inglaterra en el mismo grupo, el presidente ruso, Vladimir Putin, decidió endurecer la seguridad y promulgó en abril una ley que endurece la legislación contra los responsables de disturbios en eventos deportivos, la cual tendrá su primera prueba en la Copa de las Confederaciones, que se celebrará del 17 de junio al 2 de julio de este año.

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Según la nueva ley, aquellos hinchas que violen de manera flagrante las normas durante las competiciones deportivas recibirán multas de más de 300 euros, serán arrestados durante 15 días o se verán privados de acceder a un estadio por espacio de uno a siete años.

En el caso de que el infractor sea un seguidor extranjero, éste recibirá una multa similar y, además, será deportado, como ocurriera en junio de 2016 con los ultras rusos durante la Eurocopa de Francia, donde incluso superaron en salvajismo a los «hooligans» ingleses.

Para los hinchas, el mensaje es claro: no penséis repetir durante el Mundial lo que ocurrió en Marsella. «La policía está tan activa que no podrá ocurrir nada. Estoy seguro al 100%», dicen los aficionados.

El poder de los hooligans rusos

El movimiento hooligan ruso se desarrolló en los años 1990 tras la caída de la Unión Soviética, tomando como modelo de cultura de la violencia el de los partidos de fútbol en el Reino Unido.

Todo comenzó con peleas entre «firmas» (nombre con el que se conocen a los grupos radicales) como consecuencia del consumo de alcohol, pero se fue transformando progresivamente en un fenómeno más serio, en el que los hinchas han cambiado la bebida por los gimnasios y los cuadriláteros de boxeo.

El «hooliganismo» se organizó, al igual que la respuesta de las autoridades: las peleas planificadas de antemano tuvieron que desplazarse de las ciudades a los bosques, lejos de las miradas.

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La policía se guarda en secreto la estrategia que piensa utilizar para controlar la violencia de los hooligans durante el Mundial, pero no esconde que vigila de cerca este movimiento. Las autoridades han confeccionado una lista de hinchas a los que se les ha prohibido el acceso a los estadios, que cuenta actualmente con 191 nombres, y apuestan por el carnet de identidad del ‘supporter’ como medida de seguridad.

«Lo voy a decir sin rodeos: los ciudadanos que hayan violado la ley durante eventos deportivos, que han tenido comportamientos racistas, encendido bengalas, roto asientos, iniciado peleas… los tenemos a todos controlados de cerca y constantemente», advirtió el comandante Anton Goussev, encargado de la seguridad en recintos deportivos del Ministerio del Interior.

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