La tasa de actividad de las mujeres en el mercado laboral mundial en 2017 se sitúa en un 49 %, casi 27 puntos porcentuales inferior a la de los hombres, y no se espera que aumente en 2018, según el informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo presentado hoy.
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Según el estudio, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), «las brechas de género constituyen uno de los mayores desafíos que afronta la comunidad mundial en el mercado de trabajo», dado que las mujeres tienen considerablemente menos posibilidades que los hombres de tener un empleo o de estar buscando un trabajo.
Globalmente, las mujeres de los países emergentes padecen la mayor brecha respecto de las tasas de actividad (casi 31 puntos porcentuales), seguidas de las mujeres de los países desarrollados (poco más de 16 puntos porcentuales) y de las de los países en desarrollo (12 puntos porcentuales).
Por regiones, los Estados árabes, África del norte y Asia meridional registran las mayores brechas (más de 50 puntos porcentuales) y las menores tasas de actividad (menos del 30 %).
La tasa de actividad de las mujeres en el mercado laboral de España en 2017 se sitúa en un 52,1 %, 12,1 puntos porcentuales inferior a la de los hombres (64,2 %)
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Un problema resaltado por la OIT es que las mujeres que sí participan en el mercado de trabajo tienen menos probabilidades de encontrar un empleo que sus homólogos masculinos.
La tasa mundial de desempleo entre las mujeres en 2017 se sitúa en el 6,2 %, una brecha de 0,7 puntos porcentuales respecto del desempleo entre los hombres (5,5 %).
Lo más desalentador para los expertos de la OIT es que en 2018 ambas tasas de desempleo se mantendrán relativamente estables, lo cual implica que la brecha persistirá en su nivel actual.
En relación a la variación experimentada en el último decenio, la tendencia mundial no es uniforme: en los países emergentes, por ejemplo, la brecha se incrementó de 0,5 a 0,7 puntos porcentuales entre 2007 y 2017.
Por el contrario, las brechas en los países en desarrollo y los países desarrollados cayeron 1,8 y 0,5 puntos porcentuales, respectivamente.
Otro aspecto negativo es la calidad del empleo al que acceden las féminas, dado que según los datos de la OIT aproximadamente el 15 % de las mujeres con empleo son trabajadoras familiares no remuneradas, mientras que solo el 5,5 % de los hombres se encuentra en esta situación.
Si se considera tanto el trabajo remunerado como el no remunerado, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de trabajar más horas.
Además, en promedio, las mujeres con empleos remunerados trabajan menos horas que los hombres, ya sea porque optan o porque solo se les da la opción de trabajar a tiempo parcial.
La OIT recomienda en su informe promover la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor, combatir las causas subyacentes de la segregación profesional y sectorial y transformar las instituciones para prevenir y eliminar la discriminación, la violencia y el acoso a mujeres y hombres.
Asimismo, sugiere abordar factores socioeconómicos que influyen en la participación, como la prestación de servicios de cuidado de terceros, emprender políticas mejoradas centradas en promover el equilibrio entre el trabajo y la familia, y crear y proteger empleos de calidad en la economía del cuidado de terceros.
Finalmente, sostiene que si los líderes del G20 consiguen su promesa de 2014 de reducir la brecha laboral entre hombres y mujeres en un 25 % para 2025 ello supondría crear 189 millones de empleos, un 5,3 % más de empleo mundial.
Este resultado podría reportar importantes beneficios económicos y un incremento de 3,9 puntos porcentuales (5,8 billones de dólares) del PIB mundial en 2025.