El torero español Iván Fandiño murió este sábado en el hospital de Mont-de-Marsan, en el sudoeste de Francia, donde había ingresado tras sufrir una grave cornada durante una corrida en la localidad de Aire-sur-l’Adour, según una fuente médica.
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Una fuente médica independiente indicó, sin embargo, que el torero, después de haber sido tratado en el bloque quirúrgico de la plaza de toros de Aire-sur-l’Adour, sufrió dos paradas cardíacas en la ambulancia y que murió a su llegada al hospital.
El diestro de 36 años resultó herido mientras le hacía un quite a uno de los toros de su compatriota Juan del Álamo. Al querer ejecutar un pase, sus pies se enredaron en su capote, trastabilló y cayó al suelo donde sufrió una cornada en un pulmón.
Antes, en su primera actuación de la tarde, había cortado una oreja.
El torero vasco, originario de Orduna, cerca de Bilbao, había sido invitado a las corridas de las fiestas de Aire-sur-l’Adour, con Juan del Álamo y el francés Thomas Dufau, para lidiar toros de la ganadería española Baltasar Ibán.
Famoso por su valentía, Fandiño no dudaba en lidiar toros rechazados por muchos de sus compañeros, como los de Baltasar Ibán. Tomó la alternativa en 2005 en Bilbao con El Juli de padrino y Salvador Vega de testigo, y la confirmó en 2009 en Madrid.
En 2012, hizo una corrida solo con seis toros de seis ganaderías distintas.
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La última muerte de un torero en una plaza se remontaba al 9 de julio de 2016 con el fallecimiento del español Victor Barrio, de 29 años, en Teruel, en España.
El mes anterior, el excéntrico mexicano El Pana murió, el 2 de junio de 2016, en el hospital de Guadalajara, México, como consecuencia de una herida sufrida el 1 de mayo en una corrida en Ciudad Lerno.
Los casos precedentes se remontaban a los años ochenta. En 1985, falleció el joven prodigio José Cubero «El Yiyo» a los 21 años, tras recibir una cornada en Colmenar Viejo, cerca de Madrid, un año después de la muerte de una de las estrellas del toreo, Francisco Rivera «Paquirri», a consecuencia de una cogida en la plaza de Pozoblanco, en Andalucía.
Aunque en España se celebran cerca de 1.800 corridas anuales, a las que acuden unos seis millones de espectadores, los toros generan cada vez más rechazo, sobre todo de las asociaciones de defensa de los animales. En 2012, el gobierno nacionalista catalán prohibió las corridas en esa región del noreste del país, aunque esta decisión fue anulada por el Tribunal Constitucional español el pasado octubre.