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Violación “correctiva”, insultos y humillaciones: así es el día a día en una clínica de “deshomosexualización” en Ecuador

A través de reacreaciones, una fotógrafa ecuatoriana logró captar la violencia que sufren mujeres y hombres dentro de estos centros.

Disfrazadas de instituciones para tratar el alcoholismo y otras adicciones, cientos de homosexuales, transexuales y lesbianas son ingresados por sus familias en centros que prometen «curar» la homosexualidad de manera clandestina. En Ecuador hay más 200 clínicas que por aproximadamente unos 800 dólares al mes ofrecen «sanar esta enfermedad» con diversos métodos de tortura.

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A través de la muestra Hasta que cambies, la fotógrafa Paola Paredes cuenta los brutales tratamientos diarios que reciben los «pacientes» de estas clínicas de conversión para homosexuales y transexuales. Trabajo donde no sólo entrevistó a varias mujeres que habían estado encarceladas y habían sufrido abusos en estos sitios, sino que también visitó una de estas instalaciones buscando más información, llevando un micrófono escondido en sus sostenes. 

Sin necesidad de palabras, Paredes narra lo que sucede en esas clínicas donde las humillaciones son el pan de cada día. Régimen de feminidad forzada en forma de maquillaje, faldas cortas y tacones altos para convertir a las mujeres en «reales»; violación «correctiva»; tortura con cuerdas y guantes; maltrato psicológico con insultos; horas de escucha de música católica; alimentación forzosa y «vitaminas» sin etiqueta que provocan insomnio o pérdidas de memoria.

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«Fue en 2012 que me enteré de las clínicas privadas en Ecuador que dicen curar la homosexualidad. Mi primer pensamiento fue que podía ser yo atrapada ahí, y instruida de que como una mujer gay, yo necesitaba cambiar. Dos años más tarde, salí del closet al frente de mi familia y fui aceptado por ellos. En mi país, muchas mujeres y hombres jóvenes no tienen la misma suerte», narra la fotógrafa.

​Además, la fotoperiodista explica que «descubrí que alrededor de 200 centros clandestinos todavía operan en las brechas entre las leyes progresistas y las creencias conservadoras. En Ecuador el 80% de la población es católica y la iglesia en general tiene valores muy conservadores, por lo que la homosexualidad es algo que aun no es bien visto. Hasta 1997, las relaciones entre personas del mismo sexo y la actividad romántica eran ilegales y punibles con entre cuatro y ocho años de prisión en Ecuador».

Estos centros funcionan de manera independiente y están en lugares lejanos, normalmente en pueblos pequeños y zonas rurales. «No son parte de ninguna entidad del Gobierno. Pero el Ministerio de Salud Pública es el encargado de regular estas clínicas. Si se enterase de que encierran homosexuales dentro tendrían que cerrarlas porque en Ecuador es ilegal encarcelar a personas por su orientación sexual», explica Paredes al diario español El Mundo.

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