El papa Francisco de vez en cuando sorprende con sus propuestas y dichos. Esta vez y frente a un grupo de sindicalistas italianos expuso una idea.
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“Es una sociedad necia y miope la que obliga a los ancianos a trabajar demasiado y durante mucho tiempo y no a los jóvenes”, dijo el sumo pontífice en un encuentro con la Confederación Italiana de Sindicatos (Cisl). Apuntó a que “es entonces urgente un nuevo pacto social para el trabajo que reduzca el horario a quienes están en el último periodo laboral, para crear empleo para los jóvenes que tienen el derecho-deber de trabajar”.
“Me parece súper lindo en el discurso, pero en la práctica en el mercado laboral nosotros nos estamos enfrentando a una realidad de los adultos mayores donde se hace necesario que trabajen”, sostiene Francisco Aravena, académico Facultad de Economía y Negocios Universidad San Sebastián (USS).
Explica para Chile, antes de tomar en cuenta esta idea, “lo primero que hay que considerar es qué población de adultos mayores trabaja. Si miramos la realidad nacional, la participación laboral de ellos es baja”.
A su vez, indica que hay otro problema es que este segmento de la población tiene malas pensiones, “entonces con el tiempo ha existido una demanda mayor de trabajo, hay adultos mayores que quieren y necesitan trabajar”.
En ese sentido, el economista dice que es necesario ver esta situación en su conjunto, porque “la cantidad de empleo disponible o la baja tasa de participación de los jóvenes y también de los adultos mayores es un problema que viene hace tiempo”. De hecho, recuerda que durante el primer gobierno de la Presidenta Bachelet se creó el subsidio al empleo joven, pero que ahora es tiempo de preocuparse de los mayores.
La flexibilidad como solución
“El Papa sugiere una manera de generar mayor flexibilidad para la incorporación de estos segmentos, que es lo mismo que propone la Ocde y otros organismos internacionales”, sostiene Isaías Sharon, director ejecutivo de la firma de recursos humanos Smart Coach.
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En ese sentido, añade que más que jornadas compartidas entre jóvenes y mayores, se debería apuntar a “turnos más flexibles, jornadas parciales para compatibilizar el trabajo con otros quehaceres propio de la vida”.
Algo que comparte Aravena, quien dice que “estaría de acuerdo con el Papa en cuanto a reducir la jornada laboral, que tuvieran la posibilidad de trabajar 4 o 5 horas”, ya que afirma que “la flexibilidad laboral será beneficiosa en términos de contratación”.
Sobre la crítica que se plantea a este modelo laboral, al que acusan de generar precariedad, Sharon asegura que “este argumento encierra enormes falacias. De hecho, no podemos decir que con el sistema y legislación vigente el trabajo ha aumentado en su calidad y seguridad del ingreso, muy por el contrario, las cifras muestra que en los últimos años la calidad del empleo en Chile ha empeorado”.
A su vez, el académico de la USS subraya que “no tiene por qué transformarse algo bueno en algo malo por prácticas puntuales (…) esto no quiere decir que no exista regulación, si existe una buena fiscalización, seguramente no tendría por qué ser algo malo”.
Respecto a cómo esto se aplica a los salarios, Sharon subraya que nuestro país debe “transitar a sueldos que no se relacionen directamente a cantidad de horas trabajadas, sino que a resultados y productividad alcanzada”. Por ello cree que “es absurdo pensar que por trabajar menos horas debiéramos ganar menos sueldo”.