La propuesta presupuestaria del presidente estadounidense, Donald Trump, no acabará con el déficit en diez años ni recortará la deuda, según un informe de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) publicado hoy.
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Las estimaciones de este órgano independiente dentro del Congreso consideran que el déficit acumulado en diez años, bajo el plan de gasto y con la política fiscal de Trump, se situaría en 720.000 millones de dólares y no en el superávit que promete la Casa Blanca.
Esa cifra es un tercio menor a lo que sucedería si no hubiera cambios, pero no equilibraría las cuentas estatales como promete la Casa Blanca.
Las cuentas de Trump reducirán el déficit en 3,3 billones de dólares, no los 5,6 billones de las proyecciones de la Casa Blanca.
Además, la deuda no bajaría del 77 % actual al 60 % del Producto Interior Bruto (PIB), sino que aumentaría ligeramente hasta 80 %, 11 puntos por debajo de las proyecciones sin cambios de rumbo, pero muy lejos de las estimaciones presentadas por la Casa Blanca.
El estudio del CBO considera que bajo el plan de Trump el déficit presupuestario anual oscilará entre 2,6 % y 3 % del PIB, por debajo de la cota actual de 3,6 %, pero no lo suficiente para llegar a compensar ingresos y gastos tras una década.
Las Casa Blanca basaba sus optimistas predicciones en que la bajada de impuestos tendría un efecto multiplicador en la actividad económica que es difícil de cuantificar y que ha sido puesto en duda por los economistas.
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El plan presupuestario de Trump contempla fuertes recortes en los gastos de salud y seguridad social, así como al discrecional, con reducción presupuestaria en casi todas las actividades del gobierno federal no relacionadas con la defensa y seguridad nacional.
El desfase entre las proyecciones de la Casa Blanca y el CBO se debe esencialmente a que éste último no considera que los recortes de impuestos vayan a repercutir en un fuerte crecimiento económico, con lo que los ingresos serían 3,6 billones de dólares menos que los que esperaba el Gobierno.
El presupuesto de Trump debe ser aprobado por el Congreso, controlado por los republicanos, que no obstante han mostrado dudas por ciertos recortes y que están divididos en la forma que debería tomar la reforma fiscal.