En Estados Unidos los vecinos de Pensilvania viven momentos de conmoción por la muerte de cuatro jóvenes, cuyos cadáveres fueron encontrados en una fosa común.
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En una granja, miembros de las fuerzas policiales descubrieron un gran pozo en el cual encontraron restos humanos. El hallazgo fue hecho a casi 3 metros de profundidad. Las sospechas indicaban que el autor podría tratarse de alguien de la misma edad de los cuerpos encontrados. Hecho que finalmente se concretó: Cosmo DiNardo, de 20 años, confesó el asesinato.
Las víctimas son Dean Finocchiaro, de 19 años, Mark Sturgis, de 22 años; Tom Meo, de 21 y Jimi Tar Patrick, de 19. Patrick, quien asistía a una escuela católica para varones con el hombre al que las autoridades consideran sospechoso, fue visto por última vez el miércoles, en tanto los otros tres desaparecieron el viernes por lo que las autoridades creen que los asesinatos ocurrieron en un lapso de 48 horas.
“Esto es un homicidio, que nadie lo ponga en duda”, afirmó el fiscal Matthew Weintraub en una conferencia de prensa.
DiNardo, el principal sospechoso del crimen, admitió este jueves haber matado a los cuatro jóvenes, que eran conocidos suyos.
«El señor DiNardo confesó esta tarde al fiscal de distrito su participación en los asesinatos de los cuatro jóvenes», dijo uno de sus abogados, Paul Lang, a la prensa en las afueras del Tribunal de Common Pleas del Condado de Bucks. «A cambio de esa confesión, el fiscal prometió al señor DiNardo que le salvará la vida al no invocar la pena de muerte», agregó.
DiNardo ya había sido arrestado por posesión de armas y su padre pagó 100.000 dólares de fianza para ponerlo en libertad. Se le confiscó una escopeta y municiones a pesar de haber estado hospitalizado por trastornos mentales.
Antonio y Sandra DiNardo, sus padres, son dueños de la propiedad, además de varios conjuntos de viviendas y una fábrica de cemento en Bensalem, cerca de Filadelfia.