Opinión

Nos sacamos una mala nota

  1. Sergio Tricio, gerente general de Ruvix – @stricio

El 58,1% de los hogares chilenos tienen deudas, por lo tanto, la mayor parte de la población sabe la cantidad de requisitos y papeles que se deben presentar a una institución financiera para que nos puedan aprobar un crédito de cualquier tipo.

Cuando tenemos estabilidad laboral, buenos ingresos y un buen comportamiento de pago, podemos regodearnos con diferentes instituciones financieras y exigir una mejor tasa de interés. Por el contrario, cuando nuestros ingresos son inestables, nos hemos cambiado en varias oportunidades de trabajo y ya hemos tenido algún atraso en una cuota, los bancos no nos miran con buenos ojos, y si es que nos permiten obtener un crédito, lo más probable es que sea en condiciones poco favorables (altas tasas de interés) e incluso nos pidan un aval.

Los gobiernos y las empresas cuando emiten deuda, están sujetas al escrutinio de las denominadas clasificadoras de riesgo, instituciones que básicamente tienen la función de ser el Dicom a nivel mundial para que los inversionistas puedan distinguir entre buenos y malos pagadores y así poder prestarles dinero y determinar la tasa de interés adecuada para el riesgo que se asume.

Como ya se venía comentando en el mundo económico, era prácticamente inminente que a Chile le rebajarían la clasificación de riesgo de AA- a A+. ¿Qué significa esto en términos simples? Que de ser un alumno con promedio 6,0, bajamos a un promedio 5,7, quedando de todas formas en una condición similar a algunos países desarrollados como Japón, Israel o Irlanda.

Esto se debe, según los argumentos expuestos por la agencia Standard & Poors, al bajo crecimiento económico de los últimos años y las fuertes presiones políticas para aumentar el gasto social. En consecuencia, el que tengamos una peor nota, nos debería afectar al momento de solicitar nueva deuda y si al país le rebajan su nota, esa decisión se suele extrapolar a las empresas, como rápidamente se extendió al Banco de Chile y al Banco Estado que también le rebajaron su clasificación. Todo esto podría llevarnos a que las tasas de interés finalmente sean más altas para todos los chilenos, en la medida que esta situación se agrave en el tiempo.

Probablemente en el corto plazo las implicancias de esta decisión no nos afecten mayormente, pero si no hay un cambio en la dirección económica del país, en el futuro nuestra nota podría bajar de un 5,7 a un 5,0 y ahí el efecto sin duda se notará en los costos financieros que debamos asumir todos los chilenos.

Por lo tanto, el que después de 25 años nos bajen por primera vez nuestra clasificación de riesgo, es una pésima noticia para el país y que deja de manifiesto la deficiente conducción económica de los últimos años.

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