El fallecimiento de un joven neozelandés en un hospital siquiátrico de Japón tras permanecer diez días atado a una cama ha puesto de relieve una práctica «inhumana y generalizada» en el país asiático, afirmó hoy un experto nipón.
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Kelly Savage, un profesor de inglés de 27 años que residía en Japón desde 2015, murió el pasado abril de un paro cardíaco, causado posiblemente por una trombosis intravenosa debido a las condiciones en las que se encontraba internado, explicaron sus familiares en una rueda de prensa organizada en Tokio.
La práctica de inmovilizar a pacientes atándoles de pies, cintura y manos durante largos períodos de tiempo está «generalizada» en los siquiátricos de Japón, dijo, por su parte, el profesor de Ciencias de la Salud la Universidad Kyorin de Tokio, Toshio Hasegawa, quien compareció ante los medios junto a los allegados de Savage.
En Japón hay actualmente unos 20.000 internos en centros siquiátricos sometidos a una inmovilización física similar o encerrados en cuartos de aislamiento, lo que supone el 7 por ciento del total de los pacientes, según Hasegawa.
El número de pacientes sujetos a estas «prácticas alarmantes» se ha duplicado durante la última década, dijo el experto, quien afirmó que el fenómeno es producto de un sistema siquiátrico «basado en el autoritarismo», «contrario a los estándares médicos internacionales» y que vulnera «los derechos humanos y la dignidad del paciente».
Mientras que en Europa o Estados Unidos la inmovilización se aplica a pacientes con cuadros de «extrema agitación física» durante una decena de horas como máximo y se combina con la administración de calmantes, en Japón se prolonga una media de 96 días para los enfermos que «no responden a las instrucciones del personal médico», según el estudio de Hasegawa.
«Por desgracia, ha tenido que suceder algo así a un ciudadano extranjero para que el problema salga a la luz», afirmó el experto, quien agregó que muchas familias niponas «son víctima de la misma tragedia» y añadió que ha llamado al Gobierno a revisar la normativa existente en repetidas ocasiones.
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El fallecido trabajaba en el marco de un programa gubernamental de enseñanza de inglés para profesores foráneos y anteriormente había recibido tratamiento siquiátrico por una depresión severa y por un episodio psicótico en Nueva Zelanda, aunque en ningún caso fue inmovilizado, según su familia.
El pasado abril, el joven volvió a mostrar síntomas de inestabilidad y sufrió una crisis nerviosa por la que fue internado en el hospital Yamato de Kanagawa (sur de Tokio), explicó su hermano, Robert Savage, quien le acompañó durante todo el proceso.
«Cuando le visité y le vi atado a una cama pensé que era cruel e innecesario, pero nunca se me pasó por la cabeza que aquello podría matarle», señaló el hermano.
La autopsia no pudo determinar si la trombosis intravenosa fue la causa de la muerte, aunque señala como posibles motivos disfunciones circulatorias o del ritmo cardíaco derivadas del tratamiento del paciente.
La familia ha solicitado al hospital todos los informes del paciente sin obtener respuesta por ahora y ha reclamado al Gobierno una investigación, mientras que el centro médico ha evitado pronunciarse públicamente sobre el caso.
«No queremos que esta tragedia suceda a nadie más. Sólo pedimos que Japón cambie la forma en la que trata a los pacientes psiquiátricos», dijo la madre del fallecido, Martha Savage.