Parece un extraño eco de la antigua y ya difunta división entre las Europas oriental y occidental. Este sábado el primer ministro de Hungría se alineó con sus similares de Polonia, en el momento en que la Unión Europea amenazó con sanciones al segundo país. Todo se debe a una polémica reforma judicial impulsada por Varsovia.
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La UE denuncia el carácter antidemocrático de la reforma impulsada por el gobierno polaco, encabezado por Beata Szydlo. Ella apunta a permitir que el Ejecutivo designar y destituir a los integrantes del Tribunal Supremo. Ello pone en entredicho la separación de poderes, así que la Comisión Europea advirtió que podría activar el mecanismo de suspensión del voto de Polonia en la Unión si persevera en dicha modificación.
Hungría utilizará todos los medios legales posibles en el seno de la UE para mostrar su solidaridad con los polacos»
El jefe de Gobierno húngaro, el populista Viktor Orban, decidió alinearse con Varsovia. Así, prometió este sábado defender a Polonia ante «la inquisición» de Bruselas.
«En el interés de Europa y en el espíritu de la antigua amistad húngaro-polaca, la campaña de inquisición contra Polonia no puede conducir jamás al éxito», afirmó, durante una visita a Rumania.
Orban aseguró que esa solidaridad no se limitará a las palabras. «Hungría utilizará todos los medios legales posibles en el seno de la Unión Europea para mostrar su solidaridad con los polacos», insistió.
Dominio en tres poderes
El Senado polaco, dominado por los conservadores, aprobó en la madrugada del sábado la polémica reforma. En eso optó por desoír las advertencias de la UE y manifestaciones opositoras masivas en su propio territorio.
El Gobierno de Polonia está en manos del partido ultraconservador Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwość, PiS, en polaco). Dicha formación, desde que llegó al poder en 2015 ha reforzado el predominio del Ejecutivo sobre otros poderes del Estado y sobre los medios públicos de comunicación.
