El avance del desierto hacia el sur del país es un hecho. La velocidad en que lo hace es la interrogante que la ciencia intenta dilucidar.
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En 2014, la Convención de las Naciones Unidas en la Lucha contra la Desertificación habló de 1 km anual, luego que estudios precedentes más conservadores lo situaran en 400 mt. Sin embargo, según el hidrólogo de la Universidad de Chile, Pablo García, Chile padece hoy condiciones extremas de megasequía que permiten establecer dicha cifra en 3 km.
Un escenario que de ser lineal y continuo convertiría a Santiago al año 2.285 en una megaciudad en medio del desierto, al más puro estilo Las Vegas o Doha. No obstante, el experto advierte que no ocurre de esta forma y su paso es gradual y por zonas.
Según el académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, el «cambio climático afecta tremendamente», pero la responsabilidad es compartida a causa de la erosión de los suelos, asociada a prácticas productivas como la agricultura y la forestal.
«Si remueves la vegetación de un lugar, expones el suelo a los efectos de la lluvia. Al estar desprotegido se lleva los nutrientes hacia abajo y así se van creando los desiertos», explicó.
De acuerdo a Paloma Toranzos, oficial de Medio Ambiente y Energía del PNUD Chile, prácticas como la agricultura extensiva o la minería han contribuido al progreso de la desertificación en el país, dada la abundante cantidad de agua que requieren para funcionar en zonas de escasez. «No han logrado implementar medidas para el manejo sustentable de los recursos hídricos», aseguró.
Para Pablo Osses, académico del Instituto de Geografía UC, «los chilenos debemos prepararnos para la desertificación», incluidos quienes habitan en la Región Metropolitana.
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«Con el descenso de las precipitaciones y el aumento de la intensidad de la actividad urbana, agrícola y ganadera, Santiago lentamente se está transformando en una ciudad árida», afirmó Osses.
Un escenario de pesimismo que, de acuerdo los profesionales, es un «fenómeno reversible por el hombre».
«Tenemos que cuidar nuestros suelos y crear políticas de incentivo para que se protege el suelo», indicó García.
«Por estas condiciones de sequedad hay que ir adaptándose a nuevos cultivos y nuevas tecnología que permitan usar el agua de forma más eficiente. Hay métodos para construir suelos de manera efectiva»., agregó Opazo.