Christopher Wray fue la nueva propuesta del presidente de EEUU, Donald Trump, para dirigir el FBI y su nombre fue confirmado este martes para el cargo por el Senado. Con una amplia experiencia como abogado en el sector público y privado y fuertes vínculos con el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, cercano al mandatario.
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Wray, de 50 años, trabajó en el Departamento de Justicia bajo el Gobierno del presidente George W. Bush entre 2001 y 2005 y estuvo al frente de importantes casos, especialmente vinculados con el fraude empresarial, como el de la compañía energética Enron.
Asimismo, tuvo un papel clave en la respuesta del Departamento de Justicia a los atentados terroristas de 11 de septiembre de 2001 contra EE.UU., coordinando las acciones de supervisión legal y operacional.
En 2005, dio el salto al ejercicio privado en el bufete de abogados King & Spalding, uno de los más prestigiosos de EEUU en derecho internacional de empresas, con oficinas en todo el mundo y más de 900 empleados.
Wray trabajó para la firma, que cuenta entre sus clientes a las grandes corporaciones empresariales internacionales, desde sus oficinas de Washington y Atlanta, donde reside con su familia.
Entre ellas está la petrolera rusa Rosneft, algo que ha generado suspicacias dada la polémica acerca de la supuesta interferencia de Moscú en las elecciones presidenciales de 2016, en las que Trump se impuso a la candidata demócrata Hillary Clinton.
La investigación sobre Rusia estuvo liderada en un principio por James Comey, despedido en mayo por Trump del puesto de director del FBI por pérdida de confianza, y la investigación está ahora a cargo del fiscal especial Robert Mueller, también exdirector del FBI.
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En el bufete, Wray se especializó en casos de grandes empresas y regulación internacional y representó al banco suizo Credit Suisse en el litigio por evasión fiscal abierto por las autoridades estadounidenses, el cual se saldó con un acuerdo por el que la entidad financiera pagó una multa de 2.600 millones de dólares.
Entre los clientes de King & Spalding figuran corporaciones globales como Coca-Cola, General Motors y PricewaterhouseCoopers.
El presidente Trump subrayó en junio pasado, cuando designó a Wray, que está «impecablemente cualificado» para el cargo y se mostró convencido de que «volverá a servir al país como un feroz guardián de la ley y modelo de integridad».
Sus conexiones políticas datan de su paso por el Departamento de Justicia, donde conoció al actual gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, un colaborador cercano del presidente Trump, cuando ambos eran jóvenes fiscales en ascendente trayectoria.
Precisamente, Wray actuó como abogado personal de Christie en el juicio sobre el caso conocido como «Bridgegate», originado por el cierre parcial, en 2013, de un puente de Nueva Jersey a modo de represalia política y en el que estuvieron implicadas varias personas de su círculo más cercano.
Sus credenciales republicanas no están en duda y ha sido donante habitual de las campañas de diversos candidatos presidenciales del partido conservador, entre ellos John McCain en 2008 y Mitt Romney en 2012, aunque curiosamente no aportó fondos para la campaña electoral de Trump.
Hijo de abogado y criado en Massachusetts, Wray se graduó con honores en leyes por la Universidad de Yale en 1992 y se convirtió en fiscal federal en 1997, como representante del Distrito Norte de Georgia.
El nuevo jefe del FBI está casado con Helen Wray, a quien conoció cuando ambos eran estudiantes en Yale, y tiene dos hijos actualmente en la universidad.