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La historia del leprosario de Rapa Nui

El último interno del lugar falleció el 2013. El primer leprosario se construyó en 1917 y su reemplazo funcionó hasta la década de los 90’s.

Los registros históricos señalan que en 1889 la lepra llegó a Isla de Pascua. Se especula que el contagio vino desde Tahíti. Tan solo un año antes, en septiembre de 1988, Policarpo Toro había tomado posesión de la isla en nombre de Chile.

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Así se ven algunos de los síntomas de la lepra.

Pasaron cerca de 30 años antes de que se tomara consciencia de la situación de la lepra en la isla. En 1916 el obispo Rafael Edwards constató las pésimas condiciones en las que vivían los rapanui que padecían de esta terrible enfermedad. En ese entonces, los tratamientos de control eran bastante precarios en comparación a los tiempos actuales.

Dignidad para la isla

Una carta enviada a «El Mercurio» de Valparaíso en 1916, por Monseñor Rafael Edwards menciona que «se les ha robado cuanto tenían. El suelo en que nacieron, sus casas, sus barcas, sus animales, sus vestidos mismos, todo, todo ha sido objeto de la brutal codicia de los hombres sin Dios ni ley, sin entrañas y sin pudor. Arrinconados como animales, perseguidos en el último rincón de su propia isla viven de la merced de quienes los han despojado«.

La publicación de la carta de Monseñor Edwards, más una extensa campaña de prensa en los periódicos hace que el 29 de enero de 1917, se dicte la ley 3220, por la cual se autoriza la construcción de un lazareto y una escuela en Isla de Pascua que, desde ese momento pasó a depender de la Dirección del Territorio Marítimo. Ese lazareto, se convirtió en el primer leprosario de la isla.

El cuestionado funcionamiento del lugar

El funcionamiento del leprosario fue altamente cuestionado. El informe «Boletín lepra» de diciembre de 2016 del Ispch, señala en los datos históricos de la enfermedad que «de ahí en adelante se suceden errores, desaciertos y abusos, acusaciones graves y versiones contradictorias sobre la lepra y muchos temas más. Pero todos coinciden en que la isla estuvo estigmatizada por muchos años y que la precariedad con la que se abordó el tema muchas veces fue extremo«.

Hoy los avances permiten controlar el contagio de lepra.

El documento señala abusos tan extremos como el uso de productos para animales en los enfermos o incluso «medicamentos con los que ellos experimentaban, o hacerles beber metapio». Otros «abusos como desnudar a las familias enteras -hombres, mujeres y niños- para examinarlos, a las vista del personal y de extraños«, castigos físicos, violaciones, reclusión de personas en el leprosario, entre otros.

Década de los 90’s

Casi 90 años después de la llegada de Policarpo Toro a la isla, a fines de la década de 1970, se construyó un sanatorio, que reemplazó al antiguo leprosario. En 1992 sólo quedaban tres leprosos en el sanatorio, los que fueron tratados, dados de alta y volvieron con sus familias. Uno de ellos fue Papiano Ika, quien nació en 1927 y fue internado a los 15 años. Conocido como «el último paciente» del leprosario de Rapa Nui, murió recientemente el año 2013.

Pese a que el primer leprosario fue demolido, se dice que Papiano se quedó viviendo en los terrenos del lugar. En el lugar del sanatorio de los 70’s actualmente hay una hermosa obra de arquitectura que alberga al liceo de Rapa Nui. También aún se mantiene el cementerio del primer leprosario, donde Ika pidió ser enterrado.

Papiano Ika, el último interno del leprosario falleció el año 2013.

La lepra hoy en la isla

Aún hay personas con lepra en la isla. Su condición se encuentra controlada. Sus secuelas físicas son menores: como haber perdido los dedos de sus manos, y muchos recuerdos, la mayoría dolorosos y desgarradores. Los tratamientos modernos hoy eliminan el riesgo de contagio, y por eso la OMS señala que nuestro país se encuentra 100% libre de lepra. Excepto por los casos de infectados extranjeros que pasan por el país eventualmente cada ciertos años.

Nunca han existido casos de chilenos habitantes de la zona continental que sufran lepra. Solo los casos en isla de Pascua, razón por la cual ahí existió el único «recinto leprosario» de nuestra historia. 

 

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