«Esto ha sido como ‘Misión imposible», bromea el veterinario egipcio Amir Jalil, responsable del rescate de 13 animales, la mayoría salvajes, atrapados en mitad de los combates en la que describe como la «Disneylandia» siria.
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Salvar a los cinco leones, dos tigres, dos osos, dos hienas y dos perros «Husky» abandonados en el parque temático «Magic World» en Kafr Naha, 20 kilómetros al suroeste de la ciudad de Alepo, ha sido una odisea.
«Al comienzo de la guerra (en 2011), el dueño del parque fue secuestrado y tras su liberación huyó a EEUU hace seis años. En este tiempo ha habido un cuidador que apenas ha podido mantener a los cientos de animales que había», explica a Efe Jalil, veterinario y director de la ONG austríaca Four Paws, por internet.
Antes del conflicto, «Magic World» atraía a familias que acudían a pasar una jornada de ocio en sus atracciones, restaurantes y sus tres zoológicos, en una superficie de diez kilómetros cuadrados, pero ahora la zona está bajo el control del Organismo de Liberación del Levante, la alianza de la exfilial siria de Al Qaeda.
Tras la huida de su propietario, la mayoría de los animales murieron por la proximidad de los enfrentamientos, de inanición y enfermedades.
Al enterarse de la situación, Jalil y su equipo trazaron un plan de rescate.
El primer paso fue asesorar al cuidador para mejorar la alimentación de los animales, que se encontraban muy débiles y deshidratados, y para que no murieran durante el traslado.
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La evacuación se produjo en dos tandas, la primera el pasado 21 de julio y la segunda hace cuatro días, con el respaldo de un equipo dentro de Siria, otro en Turquía y otro en Jordania.
Antes de actuar, Jalil detalla que se trasladaron a Nueva Orleans (EEUU), donde reside el propietario de Magic World, para pedirle la documentación, los permisos necesarios y una declaración grabada en vídeo para evitar que les acusaran de haber robado.
Con todos los papeles en regla, la operación se puso en marcha.
Uno de los principales desafíos fue meter a los animales en las jaulas de transporte, ante la falta de anestesia o tranquilizantes.
Para ello, el cuidador colocó un trozo de comida que hacía de cebo dentro de cada jaula para que el animal entrara y quedara atrapado al cerrarse una compuerta.
Además, como táctica de despiste, Jalil difundió rumores de que un camión con las fieras iba a pasar por la provincia de Idleb en dirección al paso fronterizo de Bab al Haua para impedir que el Organismo de Liberación del Levante o cualquier otra facción les interceptara para pedir dinero o secuestrarles.
Efectivamente un vehículo pasó por Idleb, provincia vecina a Alepo, pero totalmente vacío.
Entretanto, otro camión con los animales hizo la travesía de Kafr Naha al paso fronterizo de Al Rai-Chobanbey, entre Alepo y Turquía, a través de áreas fuera del dominio del Gobierno sirio.
«Teníamos voluntarios que vigilaban la carretera para ver si se podía pasar o no y que se comunicaban con el conductor del camión para informarle», relata Jalil, que dirigió la operación desde el territorio turco.
Tras salir de Siria, los ejemplares se encuentran ahora en el centro de protección de Karacabey, en Turquía, a la espera de ser transferidos próximamente a Jordania.
En Karacabey han sido examinados y se les ha detectado algún que otro achaque: «una hiena está ciega, la otra tiene problemas de riñón; los tigres, del corazón; y los leones, de piel. Y todos los animales están deshidratados», enumera Jalil.
Pero también han tenido una buena noticia. «La leona está preñada y va a tener dos bebés en dos semanas».
El pasado abril Jalil ha colaborado en el salvamento de los ejemplares del zoo de Mosul, en Irak, que «fue un paraíso en comparación con Siria».
«En Mosul hay claramente dos partes que están luchando, el EI (grupo Estado Islámico) y el Gobierno iraquí y EEUU. Fue fácil apañárselas entre dos bandos, pero en Siria si se mira el mapa todo el mundo está luchando allí», lamenta.
Frente a las críticas por dedicarse a salvar a animales en vez de personas, Jalil responde: «La bondad no puede dividirse, y una persona buena debe serlo no solo con los humanos, sino también con los animales».