En Guam, los católicos rezaban el domingo «por la paz» y algunos incluso le pedían a Dios que «toque el corazón» del líder norcoreano Kim Jong-Un para que no ataque su isla.
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Dora Salazar, de 82 años, ha acudido expresamente a Agaña, capital de Guam, desde su aldea de Mangilao, a una quincena de kilómetros, para participar en una gran «oración por la paz».
«Somos inocentes», se defiende, implorando que la gracia divine toque a Kim Jong-Un y le haga descartar sus planes de lanzar misiles nucleares contra esta isla estadounidense del Pacífico.
«Rezamos para que Dios toque su corazón, porque Dios lo ama. Esa es mi plegaria», dice, con fervor.
Como ella, unas 200 personas participaron el domingo en la «oración por la paz», no demasiadas para un territorio en el que más del 85% de sus 160.000 habitantes son católicos.
Si bien el ambiente que se respira en la isla es relajado, con los turistas y habitantes yendo a la playa como si nada ocurriera, la amenaza está en el centro de los sermones dominicales.
Guam se encuentra en primera línea de la confrontación verbal entre el régimen norcoreano y el presidente estadounidense, Donald Trump, que prometió «fuego e ira» contra Pyongyang en caso de ataque.
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«Se trata de mostrar a los otros mundos, a las otras naciones y países que Guam quizá sea pequeño, pero que nuestra fe y nuestra confianza son grandes», indicó el padre Mike Crisostomo.
En la principal iglesia de la isla, la basílica Dulce Nombre de María, el padre Paul Goofigan explica a los fieles que se trata de estar preparados por si Corea del Norte lanzara un misil.
14 minutos de vida
«¿Qué harían ustedes si solo les quedaran 14 minutos de vida? Lo que hay que hacer es rezar», sugiere.
El párroco ve en esta amenaza una buena ocasión para que cada uno «fije sus prioridades», mientras que la Seguridad Interior de Guam publicó en su página web las consignas a seguir si se diera un ataque nuclear.
El arzobispo católico de Guam, Michael Byrnes, instó a rezar para que haya «prudencia tanto en la acción como en las palabras».
Los católicos que participaron en la «oración por la paz» afirmaban confiar en que la escalada entre Estados Unidos y Corea del Norte terminaría.
«Estoy tranquila porque tenemos confianza en el Señor. Él nos salvará», explica Liberty Daquel, de 57 años.
Para aquellos que se saltaron la misa del domingo, la posibilidad de que Pyongyang ataque este puesto avanzado de las fuerzas estadounidenses en el Pacífico, cedido por España a Estados Unidos a finales del siglo XIX, no parece muy real.
«Nadie se siente amenazado. ¿Acaso deberíamos estarlo? Seguramente no. Guam es la isla más protegida. Nos sentimos más seguros que nunca», afirma Kirstie Bridgement, una turista australiana entrevistada en la playa.
Pero algunas voces discordantes se van dejando oír: dos grupos opuestos a la presencia militar estadounidense en Guam, Independent Guahan y Prutehi Litekyan, prevén manifestarse este lunes en Agaña.
«Lo que pasa en Guam es un problema global, porque un ataque a nuestra isla podría ser el catalizador de una catástrofe mundial», señala preocupado Kenneth Gofigan Kuper, del movimiento Independent Guahan.