Wunsiedel es un pequeño pueblo alemán de Baviera que tiene algo menos de 10.000 habitantes y sería un lugar tranquilo si no fuera porque en su cementerio yació Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler.
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A pesar de la oposición de los residentes, los visitantes racistas llegan cada año, sin cesar, ni aun cuando sus restos fueron exhumados en el 2011.
Fue entonces cuando en 2009 nació una idea brillante que provocó que los racistas no volvieran a dar un paso en sus calles. La organización Rechts gegen Rechts (Derecho contra la derecha) decidió donar 10 euros por cada metro que los neonazis dieran durante sus marchas cada 26 de abril. Por cada paso, esa suma, sería destinada a la lucha contra organizaciones racistas. Ese año fueron 200 los fascistas que «contribuyeron» con instituciones que luchan contra ellos mismos. Sus desfiles llenos de odio estaban financiando a sus enemigos.
Heute sind sie alle Sieger!#wunsiedel #rechtsgegenrechts pic.twitter.com/b8Y6Yfaytf
— #HassHilft (@RechtsgegRechts) November 15, 2014