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Atacama: el desierto más árido del mundo renace florido tras sorpresivas lluvias

La gran cantidad de precipitaciones que se han registrado en las regiones del norte han reforzado este bello fenómenos en uno de los parajes uñas extremos del planeta.

Las intensas y sorpresivas precipitaciones registradas en las regiones del norte de Chile durante los meses del invierno austral dieron paso al deslumbrante desierto florido en Atacama, el más árido y soleado del mundo.

Este fenómeno, que ocurre con una distancia de cinco o siete años, pero que se ha vuelto recurrente debido a la presencia de el fenómeno climatológico El Niño, atrae a miles de turistas con sus más de 200 especies florales y fauna endémica.

Algunos expertos apuntan que este 2017 podría apreciarse el más espectacular florecimiento de las últimas décadas, debido a la cantidad de agua caída en la zona norte, que permitió un desarrollo de vegetación «intenso y denso», explicó hoy la Corporación Nacional Forestal (Conaf).

«Esto puede o no ser, eso depende de las condiciones atmosféricas, de un aumento de la temperatura gradual mientras vaya pasando el invierno y acercándose la primavera», señaló el jefe de Conservación de la Biodiversidad de Conaf, César Pizarro.

Pizarro precisó que las lluvias de mayo en la región de Atacama, principalmente en la provincia de Huasco, casi al límite con la región de Coquimbo, propiciaron el surgimiento de la alfombra multicolor.

«Un mes después cayeron (las lluvias) en Antofagasta y Chañaral, lo que marca un período. Ya en octubre vamos a tener una floración no con la alta intensidad ni densidad, pero sí muy interesante que convierte quebradas, lomas y serranía de roca y tierra, en lugares verdes con flores», sostuvo el también biólogo.

El desierto florido es sin duda una de las postales más apreciadas por los turistas que acuden a las regiones del extremo norte por estos meses, un atractivo que aún no termina de entenderse y que la ciencia no ha podido explicar a cabalidad.

Nolanas de color celeste y lila, coloridas patas de guanaco, delicadas añañucas y las locales garras de león se divisan al borde del camino en el recorrido entre Copiapó y Vallenar.

Este «milagro del desierto», como lo llaman algunos lugareños, es aprovechado por los comerciantes y la oferta turística para promover otras bondades y atributos del territorio, que cuenta con parques nacionales, mares cristalinos, paisajes privilegiados y áreas naturales protegidas.

De acuerdo con el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur), el inusual florecimiento se verá en su máximo esplendor entre la segunda semana de agosto y la primera quincena de septiembre, por lo que han llamado a los visitantes a planificar sus viajes.

El Sernatur declaró que espera unas 25.000 visitas para este año, mientras contabiliza un aumento de las consultas recibidas en un 25 %, respecto de 2016.

Existen solo tres lugares en el mundo donde los clásicos desiertos florecen, que son Estados Unidos, Australia y Chile.

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